La violencia toca al periodismo en Ecuador

La labor de los comunicadores se ha visto empañada por amenazas e intimidaciones que merecen urgentes políticas de protección por parte del gobierno. Archivo

La situación de la libertad de expresión en Ecuador es “preocupante”, según el informe preliminar de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), pues a las dificultades que tradicionalmente han enfrentado los periodistas se han sumado las amenazas e intimidaciones de los grupos armados, lo cual es producto de la violencia generalizada en el país.

“Causó preocupación la aparición de grupos armados que, con el pretexto de la situación de emergencia que ha sucedido en los cen- tros penitenciarios del país, lanzaron amenazas contra periodistas y medios”, señaló el informe.

Entre los periodistas que, según la SIP, han enfrentado situaciones de intimidación está Andersson Boscán, del medio digital La Posta, a quien el denominado grupo “Los Fantasmas” lo amenazó a través de un video, mientras que la organización “Teniente Elvis Molina” le cuestionó la investigación sobre la actuación de la Policía Nacional durante motines carcelarios en Guayaquil.

Una de las últimas amenazas que recibió Boscán fue el pasado 21 de abril, cuando criticó la infiltración de la delincuencia en las Fuerzas Armadas, tras el asesinato de Miguel Ángel Nazareno, alias “Don Naza”, y posteriormente le llegaron una serie de mensajes.

“Deja de andar hablando, no te hagas lastimar”, le escribieron junto a una foto de su vehículo, como muestra de que lo tenían ubicado; mientras otros le advertían que se estaba ganando “un boleto al otro mundo”.

Andersson Boscan afirma que se toma estas amenazas “sin preocuparse, pero sin despreocuparse”, es decir, sin permitir que eso impida que siga realizando su trabajo periodístico, pero tomando las precauciones del caso, que incluyen contar con seguridad para él y su familia, evitar sitios públicos.

“Los periodistas nos vamos a tener que acostumbrar a esta nueva realidad de violencia que vive el país, que tiene niveles nunca vistos, hay que adaptarse, pero no acostumbrarse, porque no podemos normalizar lo que está pasando”, puntualizó Boscan.

Sin embargo, acepta que tiene miedo, mucho más de las fuerzas del orden involucradas en las redes delincuenciales, que de los delincuentes comunes. “Cuando la delincuencia usa uniforme, me da largamente más temor, porque un narco tiene códigos que, en el caso de las Fuerzas Armadas, no se ven”, asevera.

Frente al ambiente intimidante que ahora enfrentan los periodistas, según César Ricaurte, de Fundamedios, no se ha visto ninguna acción para proteger su trabajo, ni del Gobierno de Lenín Moreno, ni del actual de Guillermo Lasso.

“Se pasó de un esquema en el cual el Gobierno de Rafael Correa, durante una década, agredió sistemáticamente a los periodistas, a una situación de desprotec- ción e inseguridad del trabajo periodístico”, apunta.

Ricaurte, quien ve con temor que se replique en Ecuador un esquema como el mexicano, en el que, desde el 2000, 153 comunicadores han sido asesinados por actividades relacionadas con su labor.

Visibilizar la amenaza

Un mecanismo que ha demostrado ser efectivo para disuadir las agresiones a los periodistas es visibilizarlas. Solo en lo que va del año, la Red de Periodistas Libres (RPL) ha publicado 25 alertas por el acoso sufrido por los comunicadores, mientras que Fundamedios cuenta 76 en el 2022, 289 enel2021;y,185enel 2020.

“Se ha comprobado que visibilizar la amenaza, disminuye el riesgo de que el ataque se concrete, por eso es importante alertar a la comunidad sobre las agresiones, para que todos estemos pendientes de que la agresión no se cumpla”, puntualizó Verónica Larrea, coordinadora de la RPL.

Sin embargo, tanto Larrea de RPL, como César Ricaurte, de Fundamedios, coinciden en que la seguridad de los periodistas debe ser garantizada por el Estado, pues, pese a las falencias que evidenció la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), tras el asesinato de Javier, Paúl y Efraín en la frontera con Colombia, hace cuatro años, poco o nada se ha hecho. (ASM)-(I)