¡Qué diferencia!

Marco Carrión Calderón

Entre indignado y sorprendido el país se enteró de un episodio más del caso Pólit. Este sujeto ha sido capturado en Miami y está enjuiciado por un delito que allá es sumamente grave, el lavado de activos. Acá este es un delito menor al que los jueces, en general, prestan poca atención y para el cual existen sentencias poco significativas, como hemos podido ver de la espantosa época correísta en la que era común que los de la pandilla recibieran mucho dinero en coimas, sobornos, peculado y robo en todas sus formas.

En Estados Unidos nadie avisa al delincuente que va a ser capturado, como sí sucede aquí. Pólit logró escapar del país precisamente por eso. Allá es orden de prisión y no es como en Ecuador que hay las famosas “medidas sustitutivas” que permiten burlar la justicia. La jueza del Estado de la Florida accedió concederle libertad bajo fianza y la fijó en 18 millones de dólares, no como acá que son sumas insignificantes y que para quien ha obtenido muchos millones por sus delitos no significan nada. Se negó la jueza al regateo del detenido y se mantuvo en la cifra inicialmente señalada, aclarando también que el dinero depositado debía tener procedencia lícita y que esto sea demostrado por el detenido. Acá a nadie se le ocurriría esa exigencia que, por lo demás, es absolutamente lógica pues no se podría poner de fianza el dinero mal habido por el cual, precisamente, está siendo juzgado. Es imposible que Pólit pueda demostrar la legitimidad de su enorme fortuna, pero, aquí en este desventurado país, eso resulta ser innecesario; además los “pájaros de alto vuelo”, como es precisamente el prófugo y delincuente del que nos ocupamos ahora, uno más de los integrantes de la pandilla, solamente han conseguido fortunas mediante pillerías y atracos.

Se nota clarísimamente que hay muchas diferencias entre la forma de llevar un juicio por lavado de activos entre nuestras Cortes y las de Estados Unidos ¿Verdad? Produce envidia la forma correcta en que allá se maneja el asunto. Allá no valen ni las influencias ni la riqueza, como acá. Recordemos el caso de Jeffrey Epstein, multimillonario y amigo de las personas más influyentes y poderosas de ese país, y sin embargo fue juzgado y condenado a la cárcel. (O)