Decreto

Catalina Sojos

Y, ante la crisis de su gabinete, Don Guillermo decide enviar fuera del país al COVID 19 y decreta que dejemos de lavarnos las manos (al derecho y al revés como nos enseñaron) limpiarnos los zapatos en alfombras encharcadas en cloro, mantener la distancia de dos metros, dejar de tomar ocho vasos de jugo de naranja al día y sobre todo ¡lanzar al cielo, cual birrete de graduados, la odiada mascarilla! la cual es motivo de vergüenzas y desvergüenzas puesto que el minúsculo artilugio se destaca en la barbilla de algunos con un aire, entre somnoliento y distraído, cual pantufla recién colocada en chuchaqui. ¡Bien por la mente de banquero de nuestro salvador de la catástrofe económica que vivimos! De esta forma el Ministro de Defensa ha presentado la renuncia y no hablamos de los narco generales, el de Energía y Minas abandona la subida de precios de la gasolina y otros temas candentes, el de Agricultura las inundaciones y demás desastres naturales y la secretaría de Derechos Humanos que, supuestamente, ha manifestado ciertas reticencias con la política del jefe de estado. De esta manera consigue, una vez más, la distracción en un estado prácticamente fallido sin consensos y con una asamblea nefasta; por lo tanto, mi amigo lector, como nosotros no sabemos de política nos declaramos en rebeldía, por lo menos un tiempo prudencial, hasta ver si el terrible virus obedece el decreto y nos creemos libres de la peste. (O)