Este 24 de mayo es la gran oportunidad para que los ecuatorianos aparte de recordar dos siglos de la victoriosa gesta del “Pichincha”, tengamos hoy la oportunidad y quizá la obligación de realizar con mucha aproximación y claridad un balance o una valoración política, económica, social, legal y militar de todos los grandes objetivos que a partir de un 24 de mayo de 1822 se propusieron alcanzar a corto, mediano y largo plazo, si consideramos que doscientos años es un espacio de largo plazo, es preciso que a la luz de la verdad y sin sentimiento patriotero alguno se analicen y se muestren si los resultados políticos , económicos y sociales que hoy como país nos cobijan están o no a la altura de haber consolidado ese soñado Estado libre, independiente y soberano.
Bien se dice, que no siempre las grandes victorias que se logran en el campo de batalla predicen o aseguran los éxitos y la prosperidad de los pueblos, quizá el mejor parámetro para verificar el cumplimiento de esta premisa se vea demostrado en la verdadera identidad y cultura alcanzada por un pueblo, en el desarrollo equilibrado y sostenido de su economía, en la presencia y el respeto de una justicia pura, en la ausencia de corruptos y corruptores, en la presencia de gobiernos y lideres que no piensen solo en sus caprichos megalómanos y quizá en los mezquinos intereses de falsos lideres y políticos quienes lamentablemente en su mayoría y a lo largo de nuestra vida republicana han partido y repartido nuestro país conduciéndonos a un paraíso lleno de pestes y enfermedades donde todo y nada hay.
Y en donde todo y nada hay, sólo pasan los años y en ese paraíso el avance sigue la regla del cangrejo avanzar menos y retroceder más, en términos generosos han transcurrido doscientos años y la sangre de nuestros próceres y héroes hoy solo es memoria, hemos perdido el año, nuestro saldo es rojo. (O)