La calle, el escenario del artista en Cuenca

La actuación, canto, pintura, baile y hasta el tejido, son algunas de las habilidades que se exhiben en la Mariscal Sucre, más conocida como la Calle del Artista.

Esta cuadra congrega a talentosos ecuatorianos y extranjeros, quienes han hecho de ese pequeño espacio su lugar de trabajo.

José Luis Durán interpreta al doctor Octopus, un científico con un arnés mecánico fusionado en su cuerpo tras un accidente en el laboratorio. Tardó dos meses en construir el traje, y desde abril interpreta a este personaje ficticio en las calles del Centro Histórico de Cuenca.

Para la creación de la vestimenta utilizó goma eva, madera, plástico, cartón reforzado y tubo pvc. “Es un trabajo laborioso porque son más de 1.150 piezas de todos los tamaños, debidamente cortadas, dibujadas y pegadas”, relató.

José Luis todavía recuerda que invirtió 306,50 dólares para la construcción del traje, sin tomar en cuenta el tiempo empleado. Gracias a la colaboración de la gente que valora el arte y aporta con dinero por una fotografía ya recuperó lo invertido.

El artista empezó a frecuentar este espacio hace dos años. Su primer traje fue del Joker, luego cambió a Batman y actualmente interpreta al doctor Octopus. “Todas las cosas que hacemos es arte y se convierte en artístico cuando existe la pasión”, explicó.

José Luis es venezolano, de profesión médico llegó hace tres años a Ecuador. No logró validar su título en este país para continuar ejerciendo su profesión. Por la necesidad tener un ingreso económico optó por explotar el arte.

Para él, es una actividad rentable que le permite pagar el arriendo de un cuarto y comprar sus alimentos. “Se puede demostrar varias habilidades con las manos… Antes operaba a personas y tenía un bisturí, y ahora aprendí a elaborar un traje”, señala.

José Luis dejó atrás su faceta de hombre serio, de hospital y bata blanca para convertirse en un personaje de las calles de Cuenca, que regala alegría a través del arte.

Chef y músico

Uno de los primeros artistas en ocupar la vereda de la calle Sucre es Carlos Palacios. Con un micrófono, parlante y una pista alegra con sus melodías a las personas que transitan por este espacio de Cuenca.

Boleros y baladas son las canciones de la mañana. Al avanzar las horas también interpreta salsa y su fuerte es el reggae, con tributos a Bob Marley y a otros grandes de la música.

Desde diciembre del año anterior deleita a los transeúntes con su voz. Algunos ya se han convertido en sus amigos y le apoyan con algunas monedas.

Hace tres años arribó a Ecuador desde Venezuela, junto a su esposa e hijo. Luego de recorrer varias ciudades arribó a Cuenca y se enamoró de su arquitectura y de su gente.

Su don es la voz, considerado como herencia de su padre. “Soy chef de profesión, pero tuve que reinventarme y aproveché de mi hobby que es cantar”, dijo.

Su permanencia en este espacio es en dos turnos, retirándose cerca de las 19:00. Luego recorre algunos restaurantes y bares que también le permiten cantar, aunque también asiste a eventos privados, previamente llamando al 0993868862.

Esta actividad le ha permitido costear el arriendo y adquirir los productos de primera necesidad de toda su familia.

Actuación

Permanecer estática también es un arte para Trinidad Seltenreich, una argentina de 24 años que recorre Sudamérica con una mochila en la que lleva su traje de duende.

Hace dos semanas llegó a Ecuador tras su paso por Bolivia y Perú. Su talento es mostrarse como una estatua humana.

Cerca de 30 minutos es el tiempo que emplea en cambiarse y maquillarse antes de “subir al escenario” y mostrarse al público. “Se convierte en un juego y se comparte la magia con las personas”, dijo Trinidad.

La argentina permanece inmóvil y se mueve cuando alguien aporta con dinero. En ese momento “aparece la magia”, la estatua se despierta y en agradecimiento saca un líquido de burbujas de su canasto y sopla hacia la gente.

Todo lo recaudado lo invierte en alimentación y vivienda para continuar recorriendo el país y el mundo.

Artesanías

Jimmy Yacelga, oriundo de Otavalo, radica cerca de seis años en Cuenca. Los atrapasueños, pulseras, dijes y llaveros son personalizados.

Haciendo uso de un telar artesanal, en dos minutos crea nombres o frases en manillas con hilo perle. Esto es un atractivo para los turistas nacionales y extranjeros.

Tardó un mes en aprender el funcionamiento del telar, que requiere de la coordinación de manos y pies. Esta actividad es una herencia de su padre Luis Yacelga y la máquina con la que hace arte tiene cerca de una década.

“Nuestros ancestros ya trabajaban en esta actividad”, relató.

Finalmente, Jacinto Proaño es pintor y exhibe sus cuadros en relieve, que combina la resina, metales y telas. Su inspiración es la naturaleza y lo refleja en sus pinturas que incluye montañas y animales.

Hace dos semanas frecuenta la calle del Artista, aunque hace tres meses llegó desde Babahoyo para radicarse en la ciudad. Cataloga a Cuenca como una urbe que aprecia y valora el arte, por ello exhibió sus cuadros.