Otro ser

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

Hace 24 años, una señora respetable fue elegida asambleísta por el PSC –hoy abiertamente declarado una cueva de ladrones- para la Constituyente de 1998. Ese mismo año fue diputada por la provincia del Guayas por el partido político antes mencionado. Abogada, periodista, madre de familia, mujer guapa y dueña de sí misma en el amplio sentido de la palabra, fue un ícono de elegancia y distinción no sólo dentro de los pasillos de la Asamblea Nacional, sino a lo largo y ancho del país. Sus propuestas basadas en argumentos fundamentados, sus discursos frontales, sin pelos en la lengua, colocando sin temor y con pasmosa precisión los puntos sobre las íes cuando la situación así lo requería, la hicieron sobresalir y provocar envidia entre sus colegas legisladores, sobre todo los del género masculino, pues no podían entender cómo una mujer tenía la valentía -de la que ellos adolecían- para hablar de frente y sin tapujos. Todas estas virtudes la catapultaron a ser reelegida en las elecciones legislativas del 2002; y también en el 2009, cuando fue elegida asambleísta de la provincia del Guayas por el PSC y el movimiento Madera de Guerrero en las elecciones legislativas. Mas hoy, parafraseando el habla coloquial, es otro ser.

Confieso que la admiraba en aquel tiempo por sus agallas y entrega a su trabajo. Y creo que esa admiración era común en la gran mayoría de ecuatorianos. Sin embargo, la imagen que proyectaba en aquellos tiempos dista muchísimo de la que muestra hoy en día. El último show ridículo que protagonizó llegando a Quito a la reunión que convocó Lasso, no tiene nombre. Muchos opinan que el marido le frió el cerebro con sus recetas secretas, que tiene sueltos casi todos los tornillos y que ya no tiene arreglo.

Su físico revela a gritos lo que sucede en su interior. El sentido común la abandonó hace tiempo. Anda con la mirada perdida dando pasos en falso con sus botas de combate y ropa camuflada. No sé si se cree Rambo, el soldado Ryan o un héroe de la Liga de la Justicia. Perdió el rumbo cuando se enamoró de su actual marido y pareciera que su consigna es vivir para él, a través de él, haciendo sólo lo que él le diga. Lo lastimoso es que está ciega “de amor”, y en nombre de ese amor, se ha dejado conducir al despeñadero de la mano de su “mejor amigo”.

“¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?” Lucas 6,39 (O)