Rompiendo moldes de la paternidad

Roles de género han cambiado; los hombres comparten más la educación y crianza de sus hijos.

Pedro Reyes prepara desayuno para su hijo Juan Manuel. / Xavier Caivinagua

Para Pedro Reyes y Andrés Mazza cumplir con su rol de padres es algo normal. Ellos asumen sus paternidades desde la labor de preparar ali mentos, servir la comida, lavar platos, bañar y cambiar a sus hijos, peinarles, ayudarles con las tareas escolares y educarlos. Para ellos, eso de cumplir solo con el rol de proveedores quedó atrás. Ambos trabajan, están casados y combinan sus tiempos entre la paternidad, el trabajo y la familia.

En el caso de Pedro, su rutina empieza muy temprano: se levanta y prepara el desayuno, despierta a su hijo Juan Manuel, le ayuda a ponerse el uniforme, le da el desayuno, se peinan juntos y salen a la escuela y al trabajo.

En las tardes la rutina continúa entre retirarlo de la casa de los abuelos, llevarlo a casa, hacer tareas, jugar y hacerle dormir. “Pienso mucho en la igualdad”, dice Pedro, al contar cómo es su labor como papá.

“No creo que las mujeres tengan un rol específico en la familia y los hombres otro. Cualquiera de los dos puede hacer las cosas”, agregó.

Desde hace un año, él asumió el cuidado de su hijo Juanito, a tiempo completo, de lunes a viernes. A su esposa, Paola Mancheno, se le presen- tó una oportunidad laboral en Quito y él se quedó al cuidado de su hijo menor, pues su hija mayor, Sofía, estudia en el extranjero.

“Para mí hubiera sido egoísta decirle: ‘no te vayas y quédate cuidando a nuestro hijo’. Le dije: ‘Si así vas a crecer (con la oportunidad laboral), qué bueno’”.

Crianza

Andrés es padre de Joaquín, de seis años, y de Amaranta, de tres.

Desde el nacimiento de Joaquín se vinculó con el cuidado del bebé, no como una ayuda “porque intenté romper eso” sino como una forma de asumir su responsabilidad, cuenta. Reconoce que al inicio fue difícil porque para él existen factores en el entorno que son desiguales, como los días de permiso de maternidad o paternidad establecidos en la ley y que le dan al hombre menos tiempo para estar con el bebé.

Para él un cambio radical en la crianza fue la pandemia.

Andrés y su esposa Gabriela tenían un emprendimiento y tuvieron que cerrarlo. Se organizaron con los tiempos, las tareas del cuidado y el nuevo trabajo de ella. Amaranta y Joaquín eran más pequeños, recuerda, entonces su labor se combinaba entre cambiar pañales, calentar la leche, hacer entrevistas, acompañar las clases virtuales de su hijo y redactar notas periodísticas

Pedro y Andrés coindicen que una de las ventajas para asumir estos roles ha sido la flexibilidad laboral.

Decisión

Pedro asegura que su rol de cuidado, crianza y acompañamiento ha cambiado porque con su hija mayor, Sofía, relegó un poco esta tarea a su esposa. “Ahora estoy al ciento por ciento y veo que es cheverísimo. Lo que tengo adentro de mi casa es mucho más chévere de lo que encuentro afuera”, dice con emoción.

Para Andrés el primer paso para una paternidad responsable es darse cuenta que se puede hacer e intentarlo.

Más allá de cambiar la mentalidad o demostrar que sí se puede se debe reflexionar sobre cuán dispuesto están los hombres en asumir sus tareas, “si uno quiere lo logra y se hace”.

Pedro Reyes y su hijo Juan Manuel pasan tiempo en un momento de recreación y diversión. / Xavier Caivinagua

“Te vas a ganar algo que no tiene precio. Yo no me hago a la idea de tener que dejar a mis hijos…”, dice.

Los beneficios de la corresponsabilidad

Que los padres se involucren en las responsabilidades del hogar (no solo en el ámbito productivo) tiene beneficios no solo en la relación familiar, sino en la sociedad. Por lo menos esto piensa la psicóloga clínica Ana Murillo.

De acuerdo con la especialista, cuando los hijos viven en hogares en donde prima la equidad de responsabilidades, estos pueden acceder, por un lado, a una madre que tiene independencia financiera y emocional, y, por el otro, a un padre cariñoso y corresponsable de las actividades familiares.

“El beneficio es doble para la sociedad, pues tendremos a niños y niñas con una visión mucha más amplia de lo que es la corresponsabilidad afectiva y la corresponsabilidad económica en el hogar, impactando seriamente, a futuro, en nuestra sociedad”, opinó Murillo.

Sin embargo, todavía en el país se puede observar la brecha de género, según una investigación que hizo Murillo: los hombres siguen pensando en el trabajo productivo.

“Nuevos roles”son los mismos de siempre

Para Jacinta Aguirre, máster en Antropología, hoy en día existe una nueva plataforma de análisis y de debate en la cual los hombres han encontrado maneras de desaprender comportamientos generacionales para aplicar una nueva forma de ejercer su paternidad.

En eso, las dinámicas laborales y de inclusión se han modificado: ya no se espera que el padre cumpla con su rol de proveedor, también se aguarda a que participe en el cuidado y que la crianza de los hijos sea más participativa.

De acuerdo con Aguirre, los “nuevos roles” son los mismos de siempre. No obstante, lo nuevo es la confrontación y la crítica hacia el ausentismo paternal, cuya práctica no solo es en Ecuador, sino en todas las sociedades.

“Padres ausentes y abandónicos han existido y seguirán existiendo, lo que ha cambiado es la actitud crítica que señala esos comportamientos y los pone en mesa de debate. Y los hombres están descubriendo que la vinculación emocional al ciento por ciento en la crianza de sus hijos ha sido un tesoro oculto a simple vista, y están sabiendo aprovecharlo”, opinó Aguirre. (I)

1 hora a la semana le dedican los padres al apoyo de las tareas, 2,6 horas al cuidado de los niños, según el INEC.

7 de cada 100 hogares ecuatorianos, el papá dedica más tiempo al cuidado de los hijos que la mamá, según el INEC.

40,3 % de quienes son padres en Ecuador tenían hasta el 2013, instrucción primaria; 23,3 % secundaria, y 15,5 % instrucción superior.