Las movilizaciones se han teñido de sangre, el vandalismo se solaza, los diálogos se elogian para soluciones, los levantados no creen en la palabra del gobernante, volvemos a lo mismo por no aprender lecciones como de octubre del 2019, ahora sumidos en una disputa ansiosa y particular de personeros de instancias altas de la gestión, se muestran crisis de los órganos de control que siguen al frente con un encargado, del encargado de dos pillos encarcelados antes jefes de contraloría, el consejo de judicatura sin titular al igual que la corte nacional de justicia y recién relevada la presidenta de la asamblea luego de tres meses de forcejeos internos.
Este panorama debe cambiar en serio con patriotismo para desprenderse de un puesto, anteponiendo en los hechos la tranquilidad ciudadana sobre intereses propios, pero resulta una quimera en el acostumbrado regateo político, sin partidos que medien entre la comunidad y las instancias del estado y claro todos hablan de defender a su modo e interés a la democracia, sin querer sacrificar en bien del conglomerado una posición temporal, que dignificaría a la nación. Para ello quedan los mecanismos constitucionales para recuperar el tejido social en un nuevo pacto democrático, que puede resolver únicamente el mandante que es el pueblo en las urnas, debiendo darse viabilidad en el marco de la legalidad de una convivencia civilizada.
El gobierno presionado ha dado respuestas al pliego de peticiones, incluso bajando diez centavos en las gasolinas extra, ecopais y el diésel, que sin embargo no logran sofocar a la revuelta, hasta el momento de este comentario. La confrontación entre ecuatorianos de la base social empobrecida con las fuerzas del orden se vuelven a exacerbar, como si la solución estaría en la demostración de quien es más fuerte, que por experiencia sabemos que pasa un tiempo para rehacerse y volver a las calles, mientras no se atiendan las verdaderas penurias de la gente que por varias razones entre ellas de la pandemia, de la invasión Rusa, etc. En un escenario de abandono histórico de la población rural, siguen clamando por una digna sobrevivencia. (O)
