«Qué vaina», el sueño musical de un grupo de adolescentes cuencanos

Hace dos años, lo que empezó como un proyecto de arte se convirtió en una banda de rock alternativos. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Era 2020, antes de la pandemia, y tres adolescentes: Martín Sarmiento, Juan Martín Andrade y Alejo Moscoso se juntaron para ser parte de un proyecto de arte, que consistía en tocar la guitarra.

Al principio, los tres amigos solo habían decidido unirse para salirse de clases, mas no había un interés real en dar tiempo al instrumento con cuerdas, a pesar de que ellos no solo sabían tocar, sino entonar, hacer ritmos; tocar de verdad.

Pero llegó la emergencia sanitaria y el proyecto se acabó. O por lo menos eso pensaba el trío que no se volvió a ver hasta en el 2021, cuando las clases presenciales se reanudaron.

Sin embargo, hacia finales del año pasado, Martín y Juan se reencontraron y se propusieron volver a reunirse no como amigos, sino como guitarristas. Hablaron con Alejo, y sin pensarlo, una agrupación, conformada por adolescentes de 16 años, se estaba formando.

Para noviembre, Carlos Walters, de 15 años, fue invitado a tocar la batería, y entonces el cuarteto, que empezó a llamarse «Qué vaina», se volcó a ensayar.

A diferencia de otros grupos colegiales, que se enfocan en versionar canciones conocidas, desde un principio Qué vaina se puso a hacer lo suyo, a crear, a pensar su material propio.

“Cuando nos reunimos decidimos que íbamos a hacer nuestras canciones. Pensamos y nos planteamos hacer un álbum”, dijo Alejo.

Los adolescentes tuvieron en la cabeza ese objetivo, y para desarrollarlo, se reunían los viernes y sábados en un garaje en donde tocaban, ensayaban lo que, a veces, Juan Martín, que se convirtió en el vocalista, les mandaba por un audio de WhatsApp.

Entonces arrancaron los conciertos colegiales, las presentaciones entre amigos, y, en eso, el cuarteto recibió el apoyo de su colegio, La Alborada.

“Más o menos por marzo (de este año) empezamos a ensayar en La Alborada porque nos empezaron a apoyar muchísimo. Nos dieron el aula de música. La ventaja fue que podíamos ensayar todos los días”, explicó Carlos.

Un mes antes de que arrancaran los ensayos en el colegio, en febrero, el baterista dijo que necesitaban un bajista, y, en ese momento, fue cuando apareció Tomás Landívar, de 14 años. Solo allí, para los adolescentes, la banda estaba lista.

Primer sencillo

Una de las características de la adolescencia es la fe de que todo sale. Por esa razón es que la banda estaba segura de lo que quería. Sin embargo, se encontraron con que no podían grabar un álbum por su costo.

Aun así, no se quedaron de brazos cruzados y averiguaron que podían grabar un sencillo y subirlo a las plataformas de streaming. Para eso necesitaban 200 dólares.

Cada uno dio veinte dólares, mientras que, Pablo Méndez, un profesor suyo que se convirtió en su manager porque vio el potencial de los adolescentes, junto con La Alborada, aportaron con el resto.

Fue así cómo grabaron «Escapar», un sencillo que luego fue subido a Spotify el 15 de junio. Hasta el momento, la canción se acerca a las 2.000 reproducciones y ha recibido más críticas positivas que negativas.

“Hemos tomado con calma todo esto. Hemos tenido buenos comentarios y malos comentarios que los aceptamos y los dejamos pasar. Lo que nosotros queremos es seguir entreteniéndonos con esto”, dijo Juan Martín.

La agrupación ya tiene algunas maquetas que esperan poder producirlas a medida de sus recursos.

Mientras tanto, la banda quiere posicionarse en Cuenca, cuna de bandas de rock que empezaron como Qué Vaina: en un garaje, en un cuarto, en una conversación que desencadenó una serie de sucesos que dejarían registros en la historia de la música cuencana y ecuatoriana. (I)