Reforma del Estado

Bladimir Proaño

A propósito de la discusión planteada por J. Nebot, acerca del federalismo, la propuesta, más allá de reflexionar sobre su viabilidad política y sociológica, implica también -y quizá- de manera determinante, reflexionar sobre la fiscalidad, esto es la creación y la redistribución de los ingresos fiscales. En una economía como la ecuatoriana, con información asimétrica, estructura de mercado oligopólico en muchas industrias, con una persistente desigualdad, polarización…reorganizar el Estado no parece un camino fácil, si lo que se busca es la descentralización del Estado.

Este propósito tuvo un amplio debate en el país en los 90´s, cuando la dupla Sixto-Dahik propuso el Proyecto de Ley de Modernización del Estado, siendo un eje de aquel, la Reforma del Estado, que se limitó a la reducción de su tamaño y desburocratización, porque su pensamiento económico -sobre todo de Dahik- era achacar el elefantismo del sector público al modelo de Estado benefactor, desconociendo que en nuestro país el Estado no fue tan filantrópico. Fue, y ciertamente es, un Estado que, como en la mayoría de países de desarrollo relativo, tiene que producir sociedad, integrarla nacionalmente, apoyar y dinamizar la industrialización y su modernización, pero lamentablemente sus principales beneficiarios fueron no solo las clases dominantes sino los dos polos de crecimiento como Pichincha y Guayas que se nutren del Estado y que absorben la mayor parte de la renta nacional y conlleva a posiciones superiores del ingreso per cápita.

En tanto que la tenacidad de los pobladores del resto de provincias ha llevado a transitar hacia rangos superiores de ingresos sin mayor ayuda del Estado, sin dejar de existir sectores de la población (como los indígenas) que no reciben los beneficios del Estado indistinto de su forma: único o federativo. Por lo que hoy, más que nunca, un imperativo no es el federalismo, sino alcanzar una democratización interna del Estado y para ello se requiere una mayor eficacia administrativa y de gobernabilidad, para reducir las diferencias regionales en el ingreso per cápita y en suma del mismo desarrollo de la sociedad nacional. (O)