Formas de violencia

Edgar Pesántez Torres

Una vez calmadas las aguas desestabilizadoras de grupos iracundos, es necesario esbozar los orígenes y las formas menos malsanas de la violencia, con el propósito de conocer y prevenir la destructividad patológica y maligna que azotan y diezman a la humanidad. Esta vez, recojo retazos de las ideas de Erich Fromm, destacado psicólogo social y filósofo humanista, judío alemán que defendió la variante marxista del socialismo democrático, muy influenciado por Segismundo Freud e influyente de Paulo Freire.

En “El corazón del hombre” busca dar respuesta a los problemas fundamentales sobre la bondad y maldad humanas. La violencia, dice el psicoanalista, va desde la lúdica, que no es motivada por odio ni impulso destructor, simplemente para ostentar destreza, que se da en las competencias deportivas. Luego habla de la violencia reactiva, aquella que se emplea en defensa de la vida, la libertad, la dignidad, la propiedad y que tiene sus raíces en el miedo. Es la más frecuente y utilizan los políticos y religiosos para provocar hostilidad reactiva.

La violencia reactiva es también provocada por la frustración, la que se la encuentra en animales o el hombre cuando se frustra un deseo o una necesidad, lo que conduce a la hostilidad por envidia y celos. Un escalón más arriba está la violencia reactiva vengativa, cuyo impotente o inválido toma venganza de acuerdo con la lex talionis: “ojo por ojo”.

La venganza se convierte en el fin predominante de la vida. Este fenómeno se puede encontrar en los grupos más atrasados económico, cultural y emocional, en donde parece más fuerte el sentimiento de venganza (pág. 24). Agrega el autor que, en las clases medias y bajas, que son las más desposeídas en las naciones industrializadas, son el foco de sentimiento de venganza, así como lo son de sentimientos raciales y nacionalistas.

Otra forma de reacción de violencia es la persona profundamente desilusionada y desengañada, que empieza a odiar la vida y que puede conducir a su autoeliminación: “vengándose de la vida” porque ésta se la niega. Anota Fromm que el único remedio para la destructividad compensadora es desarrollar su capacidad para hacer uso productivo de las facultades humanas.

Un último tipo de violencia es la de “sed de sangre” arcaica, que aún está envuelto en su vínculo con la naturaleza: pasión de matar como un modo de trascender la vida. Está descrita bellamente en el cuento de Flaubert: “La leyenda de San Julián el Hospitalario”. (O)