Cien primeros días

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

Cuando Lasso recorría el país durante la campaña presidencial, ofreció realizar un referéndum dentro de los cien primeros días de su gobierno. Ha transcurrido un año y dos meses desde que se instaló en Carondelet y su propuesta quedó en “veremos”, “aún hay tiempo”, “quizá mañana”. Tal cual una novia fea, “hecha la difícil” ante las declaraciones amorosas de un pretendiente obnubilado, como si tuviera a sus pies un abanico de galanes y todo el tiempo del mundo.

Estoy segura de que si a un galápago le hubieran encomendado organizar la Consulta Popular, lo hubiera hecho a la velocidad de un rayo y no a “paso de tortuga”, derrochando parsimonia, como lo ha hecho el presidente con respecto a esta perentoriedad.

Si Lasso hubiera convocado el plebiscito dentro de los cien primeros días de su mandato, el Ecuador no estuviera viviendo una conspiración perenne de grupos delictivos cuyos representantes se regodean en la Asamblea fraguando desestabilizar al gobierno, teniendo como meta triunfal defenestrar al presidente electo. ¿Será que sólo los 18 millones de ecuatorianos nos damos cuenta de esta treta, y Lasso no?

Es inadmisible que el país siga enredado en la telaraña correísta que no es otra cosa que una copia al carbón del autoritarismo chavista. Tampoco es dable que, de todos los legisladores, 15 tengan glosas confirmadas e informes con responsabilidad penal y 32 estén siendo investigados por la Contraloría. En otras palabras, la Asamblea -con sus excepciones- sigue siendo una cueva de ladrones con uñas largas y asquerosas.

El planteamiento que Fernando Villavicencio propone para el plebiscito, es idóneo: reducir el número de legisladores a 85 y mejorar la calidad de los mismos, impidiendo que los glosados o con informes penales no sean candidatos a la Asamblea. Así mismo, crear un parlamento bicameral con un Senado de alto nivel y con una Cámara Baja. Dentro de este panorama los senadores deberán tener, como mínimo, 35 años de edad, título de tercer nivel, haber servido al país y no oler a corrupción.

En cuanto a la eliminación del Consejo de Participación Ciudadano y Control Social (CPCCS) no se lo puede hacer vía referéndum, más si por medio de una Asamblea Constituyente. En todo caso, a través de la Consulta se le suspendería las facultades para designar autoridades. En otras palabras, quedaría sin oficio ni beneficio.

Señor presidente, no sea timorato. El Ecuador lo apoya. ¡Despabílese! (O)