La familia Lliguín-Balarezo lleva más de tres décadas restaurando iglesias en Azuay y Cañar

Luis Lliguín da indicaciones a su ahijado Segundo Bueno y al trabajador Rafael Nepas, quienes son parte del equipo de remodelación de la iglesia matriz de Girón. BPR

Su trabajo se refleja en algunos templos azuayos de Gualaceo, Paute, Girón; y de Azogues.

La familia Lliguín-Balarezo, de la parroquia Jadán, del cantón Gualaceo, se caracteriza por su ingenio y destreza en el oficio de la construcción. Sus integrantes se dedican desde hace más de tres décadas a restaurar, así como embellecer los santuarios, monasterios e iglesias ubicadas en diferentes rincones de las provincias de Azuay y Cañar.

Su historia inicia en el año de 1987, cuando Luis Lliguín -segundo de 11 hermanos- se ofrece voluntariamente para reparar la iglesia de su parroquia como parte de las obras de beneficio social que realiza hasta la actualidad. El templo de carácter patrimonial necesitaba en aquel entonces de un cambio urgente del piso, mejoras en la cubierta y en la fachada para que la infraestructura se mantenga firme.

La remodelación de la iglesia de su comunidad hizo que Luis empiece a codearse con párrocos de otras localidades para intervenir otros espacios religiosos. Algo que resulta complicado para cualquier constructor tomando en cuenta las características especiales para trabajar en bienes patrimoniales.

Los sacerdotes confiaron en su trabajo a pesar de no tener un título profesional afín a la construcción. Él aprendió desde los 12 años de forma empírica el oficio trabajando, primero con su padre en la carpintería, y luego con maestros de obra, como albañil.

Empresa

Luis, quien tiene 60 años de edad, enseñó a sus hermanos el oficio para que trabajen junto con él en los diferentes contratos. Así surge en 1997 su empresa familiar de construcción en general, pero con énfasis en templos religiosos que actualmente genera empleo a sus hijos, nietos e incluso ahijados.

Sus hermanos Germán y Miguel, de 46 y 38 años de edad, respectivamente, y su hijo Henry, de 31 años son su mano derecha en cada una de las obras. Además tiene vínculos con otros artesanos del país que se suman a las obras cuando necesitan perfeccionar los acabados.

La familia Lliguín-Balarezo es la responsable de mantener el Santuario Franciscano de la Virgen de la Nube, del cantón Azogues, en perfectas condiciones. Los primeros trabajos que efectuaron consistieron en la intervención de las cubiertas de los comedores para luego cumplir con otras labores.

En el Santuario de la Virgen de la Nube, de Azogues, también han efectuado mejoras cuando los franciscanos lo requieren. Cortesía

Asimismo, se encargaron de proyectos religiosos en Azogues como la construcción de los talleres y la capilla del monasterio de Santa Clara; además, los terminados y las decoraciones internas de la basílica del Divino Niño, en el sector Charasol.

Las obras en la basílica del Divino Niño las hicieron en medio de la pandemia de la COVID-19. Las restricciones no fueron un obstáculo para terminar de construir el templo.

La familia Lliguín-Balarezo estuvo a cargo de la intervención del “Altar Mayor” de la iglesia matriz de Paute. Cortesía

En el cantón Paute también dejaron su sello por alrededor de tres años (2015-2018), con la restauración del área de la catequesis, así como la construcción del “Altar Mayor”, entre otras mejoras que cambiaron la imagen de la iglesia matriz.

En Girón remodelaron la capilla de la parroquia San Gerardo, y llevan más de tres años reparando la iglesia matriz.
La Vicaria de Girón prevé el 16 de octubre inaugurar estos últimos trabajos a la par del lanzamiento del himno al “Señor de las Aguas de Girón”.

Los Lliguín-Balarezo han intervenido a lo largo de los años por lo menos unas diez iglesias. Sus logros son el resultado de años de perseverancia. Girón.- (BPR)-(I)

El sueño de una Basílica

La construcción de una basílica al “Señor de los Milagros de Andacocha”, del cantón Guachapala, ubicado en la zona nororiental del Azuay, es uno de los sueños de la familia Lliguín-Balarezo. 

Sus miembros esperan que, de darse en algún momento este proyecto, las autoridades religiosas confíen en ellos para ejecutar la obra.  
El anhelo de intervenir este templo nace por su importancia religiosa para la provincia, además del significado que tiene para los migrantes que viajan, sobre todo, a los Estados Unidos (EE.UU.).

Por otro lado, la familia Lliguín-Balarezo prevé en los próximos días arrancar con la remodelación de la iglesia central de la parroquia Guapán; además, se proyecta la construcción de un retablo para la capilla de la comunidad Agüilán, ambos en el cantón Azogues. (I)

DETALLE

– La familia Lliguín-Balarezo hace bosquejos de sus obras en base a los conocimientos adquiridos a lo largo de los años. Las redes sociales les ha permitido innovar al trabajar en áreas como el “Altar Mayor”.