El regreso a clases

Alrededor de 1,8 millones de estudiantes del régimen Sierra-Amazonía comienzan, desde este primero de septiembre, el año lectivo 2022-2023, si bien en algunos planteles particulares se adelantó el 22 de agosto.

Por orden del Ministerio de Educación, las clases serán del todo presenciales.

El regreso a las aulas supone muchas cosas a la vez. Los alumnos, a estudiar, cumplir sus tareas, respetar las normas internas de sus respecticos planteles, a emplear bien su tiempo libre, a fijarse metas, máxime si cursan los años previos a su ingreso al colegio o universidad.

Los maestros, ahora con mejores salarios tras una larga lucha por conseguirlos, a dar todo de sí; pues, y ellos lo saben, el desarrollo de un país pasa por una educación de calidad, superando viejos esquemas o anticuadas pedagogías.

Si bien la realidad del sistema educativo no es la óptima en lo presupuestario, en infraestructura escolar, en el acceso a las tecnologías de la información y hasta en la movilidad, caben los esfuerzos, liderados, claro está, por el Estado.

El rol de los padres de familia es imprescindible y sacrificado. En la mayoría de hogares laboran ambos cónyuges. Deben acompañar en las tareas a sus hijos al regresar a casa, madrugar, preparar el desayuno, en algunos casos hasta el almuerzo.

Por ello, sobrecargar de tareas a los alumnos durante el fin de semana no parece ser lo más conveniente. Es, acaso, el único tiempo disponible para el esparcimiento y descanso familiar, un derecho también de los maestros.

Siempre se habla de la necesidad de revisar el horario de ingreso a clases. Esto supone madrugar, y por hacerlo no siempre los estudiantes desayunan como es lo recomendable. Más bien llegan somnolientos a las aulas, y su rendimiento físico e intelectual incluso es ineficiente. Un planteamiento para analizarlo.

Como corolario: el éxito del nuevo año lectivo también dependerá del cabal cumplimiento de las medidas de bioseguridad. Un compromiso ineludible.