Los Girasoles y el activismo

Cecilia Ugalde Sánchez

Con consternación e indignación muchos vimos como el pasado viernes dos activistas del grupo Just Stop Oil arrojaron sopa de tomate a la famosa obra Girasoles de Vincent van Gogh en la Galería Nacional de Londres, antes de pegarse a la pared al pie de la obra con un adhesivo instantáneo.   Este es uno más de los actos de protesta contra obras de arte famosas y bloqueos de vías públicas realizados por grupos activistas que buscan llamar la atención en contra del cambio climático.

A pesar de que la obra elegida para este atentado estaba protegida por cristal, por lo que, a decir voceros de la Galería Nacional de Londres, “Hay algunos daños menores en el marco, pero la pintura está ilesa”, y que las manifestantes fueron arrestadas, la acción de protesta cumplió su objetivo al captar atención mundial, y dejar en claro que seguirán luchando en contra de nuevos proyectos de petróleo y gas en el Reino Unido.

Cientos de protestas se han desarrollado en varios países con manifestantes que en horas pico se pegan al asfalto de importantes intersecciones para demandar entre otras cosas leyes en contra del desperdicio de alimentos, y la emisión de gases de efecto invernadero, bloqueos que han impedido el paso de ambulancias y carros de bomberos, además de dividir a la población que sufre las consecuencias de la paralización.

Esta conflictividad ya vaticinó el sociólogo y psicólogo social alemán Harald Welzer en su libro Guerras Climáticas publicado en 2008. Mientras tanto, seguramente veremos más casos como el de los Girasoles, o tal vez incluso contra obras que no estén protegidas por cristal, conforme se radicalice la protesta de algunos grupos de activistas climáticos y se polarice la posición sobre el tema en la sociedad.  (O)

@ceciliaugalde