Una nación fundada por presidiarios

DE HISTORIA EN HISTORIA Bridget Gibbs Andrade

En 1788, un navío trasladó a Australia el primer grupo de colonos británicos. La mayoría eran presos. La saturación de las cárceles inglesas era un problema apremiante. El riguroso sistema judicial inglés castigaba con prisión el más leve robo, como el de una fruta, por lo que cada año había miles de nuevos huéspedes carcelarios.

Para el gobierno, la mejor solución consistía en enviar a una parte de los condenados a algún lugar remoto en calidad de colonos, como lo hicieron en Norteamérica. Pero el estallido de la revolución norteamericana en 1775, puso fin a esta posibilidad.

Cuando el capitán James Cook recorrió las costas de Australia, el biólogo de la expedición bautizó el lugar como Botany Bay (Bahía Botánica), según él, por la gran cantidad de especies vegetales que albergaba.

En los siguientes años se esbozaron planes de colonización en los que sopesaban el interés comercial y militar de un asentamiento inglés perenne en el hemisferio sur. Pero lo que instigó al gobierno a enviar una expedición a Australia, fue el problema de los presidiarios. En mayo de 1787, zarpó desde Londres la “primera flota”. Seis de sus once barcos iban repletos de malhechores.

El convoy llegó a Australia en enero de 1788. Pero Botany Bay no reunía las condiciones para albergar una colonia. El biólogo había sido demasiado optimista. El puerto no tenía el calado suficiente para acoger barcos de envergadura media y, además, la tierra era árida.

Arthur Phillip, futuro primer gobernador de la colonia, ordenó navegar hacia el norte, hasta dar con un lugar que se ajuste a las necesidades de la flota. Encontraron uno y lo llamaron Port Jackson, el que luego se llamaría Sidney, en honor a lord Sidney, el ministro que impulsó la expedición.

La indisciplina de los presos sumada a la improductividad, hizo que Phillip solicite suministros al gobierno. Para Londres, la Nueva Gales del Sur no era más que una colonia-basurero donde arrojaba su bazofia social. Pese a los problemas, el gobierno continuaba enviando condenados a Australia, los que construyeron caminos y puentes y trabajaron en el campo. La nueva colonia prosperó y esto atrajo a colonos libres. Cada uno tenía derecho a un número de presos para su propio servicio. Al cabo de varios años obtuvieron su libertad, y cooperaron en fundar la nueva nación en Oceanía. (O)