Cuenca y la libertad

Análisis político                                                        Marco Salamea Cordova

El jueves último Cuenca cumplió 202 años de la declaración de su independencia de la monarquía española. La sed de libertad del pueblo de Cuenca, saciada en ese entonces con la emancipación política, empero, se convirtió en una vocación que ha pervivido a lo largo de su historia.

En varias ocasiones, y como parte ya de la República de Ecuador, su presencia y lucha han estado presentes en defensa de la integridad y la libertad de la patria; particularmente cuando esta ha tenido que vivir días aciagos con dictaduras, abiertas o embozadas, civiles o militares, que pretendieron coartar las libertades y el espíritu libérrimo que nos legaron nuestros antepasados.

Cuenca ha sido, en este sentido, un Cantón con un pueblo de ancestral espíritu libertario, con una opinión política crítica y cultura democrática, poco proclive a adherirse a los aventurerismos politiqueros, y a aquellas prácticas que denigran a la política, como la demagogia, el engaño, el oportunismo, la prepotencia y la corrupción.

Pero Cuenca, y sus habitantes, no solo se ha caracterizado por su virtud cívica y su compromiso con la libertad y la democracia; sino también por ser un pueblo orgulloso de su identidad cultural, signada por la peculiaridad de sus valores, tradiciones, costumbres, símbolos y por la forma particular de su lengua, marcada por la simbiosis entre las voces españolas y las voces quichuas.

Una ciudad donde la cultura artística e intelectual constituye una constante en su dinámica social; una ciudad académica y universitaria; una ciudad “Patrimonio cultural de la humanidad”, un tributo a su singular belleza, donde se articulan lo moderno con lo colonial.

Una ciudad pujante y emprendedora en lo económico, donde confluyen diversos sectores productivos, empresariales, artesanales, cooperativos; aunque todavía quedan por resolver problemas como el desempleo y subempleo que afecta a un importante sector de la población.

Una ciudad que, a pesar de los problemas que históricamente ha sufrido por el centralismo, ha sabido sobreponerse a las situaciones difíciles, pugnar por su desarrollo y reivindicar su derecho a un trato justo y equitativo frente al resto del país. (O)