¡Se escucha cada cosa!

Juan F. Castanier Muñoz

Cuando en el país sucede algún hecho especial dentro del orden político, los movimientos se creen con la obligación de emitir su criterio al respecto, sin reparar, a veces, ni en los antecedentes de tal o cual tema. Hablan por hablar. Los asambleístas constituyen un grupo humano, visto por los reporteros como una fuente inagotable de opiniones y noticias sobre los temas más diversos del acontecer nacional y aún internacional. Comentan sobre la invasión de Rusia a Ucrania, sobre la caída del ex presidente Castillo en el Perú, sobre la vacunación para el covid, sobre la fallida destitución de los consejeros del CPC, sobre el precio de las papas y la cebolla en los mercados capitalinos, sobre el costo de las piscinas en Miami, sobre las libertades chimbas de Glas y Salcedo, etc. ¡Y claro!, así como hay de ellos unos poquísimos que logran salir aceptablemente librados de las entrevistas, hay otros que no se han informado correctamente o que han hecho perder el guion y debutan con cualquier barrabasada.

Con ocasión de la entrega por parte del presidente Lasso a la Asamblea, de una propuesta de reforma constitucional que permita la participación de las FF.AA en las acciones para la seguridad interna del país, uno de los voceros del correismo ha dicho que habrá que analizar la propuesta a fin de que las FF.AA sean consideradas como “un elemento de apoyo” para la Policía. Un vocero del socialcristianismo dice que hay que tener cuidado, no sea que al encargarle labores de seguridad interna a las FF.AA, estos descuiden la seguridad de las fronteras (¿?) y la vocera de la ID ha expresado que habrá que consultar a los Derechos Humanos.

Se imaginan ustedes amables lectores, según las reacciones mencionadas, ver a los policías conduciendo tanques de guerra y a los soldados dirigiendo el tráfico?, o enfrascados en repeler una invasión peruana o colombiana?, o dando una charla sobre DD.HH después de cada operativo?

 El país libra una guerra contra el narcoterrorismo y la narcopolítica, y las estrategias tienen que ajustarse a tal circunstancia, a menos que haya grupos que les interesen el caos y la descomposición social.  (O)