Fútbol y protagonistas

Edgar Pesántez Torres

En Suramérica el deporte, especialmente el fútbol, está tan arraigado en el pueblo y enajenando a las masas, que hizo hablar a Jorge Luis Borges, compatriota del Campeón del Mundo: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular”. El autor de El Aleph tenía tanta enemistad con este deporte que había creado una corriente literaria anti-balompié. Razones tenía el intelectual, pues, este juego llegó a ocasionar hasta guerras entre naciones, como la de El Salvador con Honduras, y qué decir en las barras enardecidas.

Esta actividad ha llegado a dejar fuera de sí a sus seguidores porque tiene un efecto psicológico personal y social que lleva al desequilibrio emocional, al delirio y hasta crimen en contra de los mismos protagonistas, tal como pasó con el seleccionado colombiano Andrés Escobar, liquidado a consecuencia de haber cometido autogol en el mundial de EEUU.

En política, religión, deporte… debe existir líderes resonantes, capaces de conciliar las características de todos los estilos de liderazgo, es decir, que tengan la habilidad de comprender antes que ser comprendidos, influenciar positivamente a su tropa y al pueblo, tener un dominio democrático con gran competencia emocional no sólo para los suyos sino para todos.

Esta vez quería ejemplificar a un capital de un país, también en el pináculo de la historia del fútbol: Diego Forlán, de la selección de Uruguay. Cuando fue elegido por la FIFA como el “Mejor jugador del Mundial Corea-Japón”, su humildad y sus declaraciones calaron en el mundo futbolero y fuera de él.  Aprovechó la juntura para llamar a la juventud a priorizar la educación sobre el fútbol.

Este mundial se dice que ha sido el mejor por su organización, técnica, habilidad, emociones y más, pero ha dejado mucho que desear la conducta de los protagonistas del Campeón, equipo que comenzó perdiendo con un modesto equipo, pasó a los cuartos de final por azar con eso que llaman “loterías de los penaltis” y ganó la final, también con el mismo albur.

Quizá esta circunstancia ha hecho que sus jugadores se chiflen. El Capitán: “Qué mirás bobo, andá pá allá…”; al arquero, colocándose el “Botín de oro” en sus genitales; todos los jugadores bailando y cantando en el camerino con guasas al goleador del mundo, Mbappé; un ex yerno de Maradona diciendo, “Camavinga, cara de pinga”; el futbolista “más atractivo del mundial” conminando a que le besen su pinga…

¿Qué más diría J.L. Borges si aún viviera?  (O)

Edgar Pesántez Torres

Fútbol y protagonistas

En Suramérica el deporte, especialmente el fútbol, está tan arraigado en el pueblo y enajenando a las masas, que hizo hablar a Jorge Luis Borges, compatriota del Campeón del Mundo: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular”. El autor de El Aleph tenía tanta enemistad con este deporte que había creado una corriente literaria anti-balompié. Razones tenía el intelectual, pues, este juego llegó a ocasionar hasta guerras entre naciones, como la de El Salvador con Honduras, y qué decir en las barras enardecidas.

Esta actividad ha llegado a dejar fuera de sí a sus seguidores porque tiene un efecto psicológico personal y social que lleva al desequilibrio emocional, al delirio y hasta crimen en contra de los mismos protagonistas, tal como pasó con el seleccionado colombiano Andrés Escobar, liquidado a consecuencia de haber cometido autogol en el mundial de EEUU.

En política, religión, deporte… debe existir líderes resonantes, capaces de conciliar las características de todos los estilos de liderazgo, es decir, que tengan la habilidad de comprender antes que ser comprendidos, influenciar positivamente a su tropa y al pueblo, tener un dominio democrático con gran competencia emocional no sólo para los suyos sino para todos.

Esta vez quería ejemplificar a un capital de un país, también en el pináculo de la historia del fútbol: Diego Forlán, de la selección de Uruguay. Cuando fue elegido por la FIFA como el “Mejor jugador del Mundial Corea-Japón”, su humildad y sus declaraciones calaron en el mundo futbolero y fuera de él.  Aprovechó la juntura para llamar a la juventud a priorizar la educación sobre el fútbol.

Este mundial se dice que ha sido el mejor por su organización, técnica, habilidad, emociones y más, pero ha dejado mucho que desear la conducta de los protagonistas del Campeón, equipo que comenzó perdiendo con un modesto equipo, pasó a los cuartos de final por azar con eso que llaman “loterías de los penaltis” y ganó la final, también con el mismo albur.

Quizá esta circunstancia ha hecho que sus jugadores se chiflen. El Capitán: “Qué mirás bobo, andá pá allá…”; al arquero, colocándose el “Botín de oro” en sus genitales; todos los jugadores bailando y cantando en el camerino con guasas al goleador del mundo, Mbappé; un ex yerno de Maradona diciendo, “Camavinga, cara de pinga”; el futbolista “más atractivo del mundial” conminando a que le besen su pinga…

¿Qué más diría J.L. Borges si aún viviera?  (O)