La diáspora ecuatoriana

A lo mejor suene exagerado decirlo, pero ¿quién frena la diáspora de ecuatorianos, sobre todo hacia los Estados Unidos, país ya rebosado de emigrantes indocumentados, llegados desde todos los confines de la tierra?

Ni siquiera la obligatoriedad de presentar visa para ingresar a México y Guatemala limita el deseo irresistible por dejar el Ecuador y conquistar el “sueño americano”, siempre esquivo e irreal.

Diario El Mercurio difunde el informe de Customs and Border Protección, una organización de los EE.UU. Es revelador y angustiante a la vez.

Unos 11.949 ecuatorianos han sido detenidos únicamente en noviembre de 2022 en la frontera entre EE.UU. y México, en los estados de California, Arizona, Nuevo México y Texas.

El número de indocumentados ecuatorianos detenidos ha ido creciendo desde mayo de ese mismo año a noviembre.

Las cifras se traducen en seguras deportaciones, si bien los afectados vuelven a intentar cuantas veces sean necesarias.

Unos “mueren en el intento”. Otros desaparecen en la frontera y no hay rastro de ellos, en tanto sus familiares viven su drama, cuyo denominador común son las millonarias deudas.

En estos últimos días, varios medios de comunicación han reportado sobre la cruzada peligrosa de emigrar por la selva del Darién, un verdadero túnel de la muerte.

Otros son llevados, según se conoce, por las islas Bahamas, donde los ingresan como “turistas”.

Mientras haya demanda, el lucrativo y delictivo negocio del “coyoterismo” seguirá imparable.

Se conocen de sobra las razones por las cuales gran parte de ecuatorianos, del Austro en especial, quieren irse en calidad de indocumentados.

Saben muy bien los peligros, incluso de morir. También lo saben sus familiares. Aun así, se empecinan por llegar, según ellos, a la “tierra prometida”.

La nueva oleada migratoria está dejando campos abandonados, pueblos habitados solo por mayores, familias desagregadas.

Un país donde su gente solo piense en emigrar así sea “sin papeles” se abandona, asimismo. ¿A eso va el Ecuador?