Se nos va el 2022 …

David Samaniego Torres

El año que concluye merece ser quemado, a prisa y con euforia. A prisa para que no dé muestra alguna de supervivencia, que muera ´bien muerto´, lo antes posible. Y, además, es menester quemarlo con euforia, con gusto, zapateando el suelo para exteriorizar nuestro enojo por haberlo tenido y nuestro alivio por su conclusión.  Somos humanos y disfrutamos con los simbolismos. Estas exterioridades que anoto, en apariencia son ideas que andan dispersas hasta que luego las hacemos nuestras y tomamos decisiones frente a ello. Lo otro, seguir la corriente, hacer lo que otros hacen, repetir costumbres, etcétera, actitudes frecuentes en nuestra sociedad, son formas de obrar poco reflexivas, actitudes inmaduras que a nada conducen, quizá solamente a mantener costumbres, a ser leños de una hoguera amorfa.

¿Material combustible para la hoguera? Muy rápidamente, amigas y amigos de El Mercurio.  Si me toca escoger a quienes quemamos estos serían, con seguridad, mis preferidos: a todos los ecuatorianos ´quemeimportistas´, es decir a quienes les importa un comino o un pito lo que pase en el país porque esta clase de ´compatriotas´ no pueden ver más allá de sus intereses, de sus amistades, de su ego mezquino y miope. Este combustible existe en abundancia y es en extremo inflamable. Quemarlo en este fin de año es una propuesta buena y patriótica. Pero, siendo yo el proponente, me hago esta pregunta: y, ¿si logramos quemar a todos los ´quemeimportistas´, con quienes nos quedamos, a cuántos queda reducida la población del Ecuador?

No quisiera que este símil se perdiese luego de la lectura de estas afirmaciones de un cuasi extranjero en tierra propia. No paisanos. Ecuador no tiene remedio si quienes nos hemos dedicado a mirar lo que pasa, a criticar aquello que nos disgusta, a ser meros espectadores de un devenir nacional tortuoso, no cambiamos radicalmente y enfrentamos con valentía lo que sucede y nos convertimos en parte de la solución.

Pongamos leña al fuego. En la Asamblea Nacional hay leños para rato; nuestros políticos que trabajan de la mano con el hampa internacional, en especial los narcotraficantes, también deben ser incinerados. Además, como mencioné arriba, todos los que nos hemos dedicado a observar y lamentarnos de lo que sucede pero que nada hacemos para que cambien las circunstancias. No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Miremos la paja en nuestros propios ojos. (O)