Tiempo de elecciones

Marco Carrión Calderón

Nuevamente estamos en esta etapa de la vida nacional en que los ciudadanos nos vemos obligados a ir a las urnas a depositar nuestros votos por alguien, para diferentes funciones, especialmente para alcaldías, prefecturas y el CPCCS. Escribí algo similar hace tiempos, con profunda desilusión, la misma que se mantiene ahora, al igual que en muchísimas personas.

Vamos a tener que votar por gentes que, desgraciadamente, tienen una muy leve o ninguna idea de lo que se proponen cumplir en caso de ser electos. Hay candidatos para Prefecto que ofrecen solucionar la crisis económica de los ciudadanos, otros que ofrecen incrementar las plazas de empleo, y así una serie de tonteras que ellos deberían conocer no estarán dentro de sus competencias si consiguen la función que pretenden conseguir.

Lo que si sale a relucir en forma desembozada es el ansia enorme e incontrolable de conseguir la satisfacción de su vanidad y el apetito voraz por obtener las jugosas remuneraciones y el dinero de los negociados que ya llevan bien pensados y planificados. Tienen también perfectamente calculado como conseguir que los funcionarios a quienes nombren les entreguen el diezmo –o participación de sus sueldos- sin que la justicia llegue a darse cuenta a pesar de que aquellos hagan luego las denuncias.

Y para conseguir todo eso, y mucho más, se pasan pensando y planificando qué mentiras decir. Cuántos troles necesitarán, es decir cuántas gentes tendrán que poner apoyos y encuestas falsas en internet y de esa forma conseguir que una serie de incautos decidan darles sus votos, así mismo cuántas gentes contratar para que les hagan propaganda. Tampoco renunciarán a las famosas visitas “puerta a puerta”, a los mercados y más sitios de afluencia ciudadana para besar a quienes se pongan al alcance de sus garras, para acariciar y besar a los niñitos mocosos a quienes, en época normal, no desearían ni tener cerca.

A pesar de que la Ley obliga a los partidos y más organizaciones políticas a la formación de sus afiliados ninguna cumple de modo que el electorado desconoce por qué planes de administración está votando y peor todavía, quienes son en realidad las personas a las que están apoyando. (O)