2023 una oportunidad para cambiar

Bladimir Proaño

A pesar de los sucesos perniciosos de 2022, hay indicadores que apuntan a que el año que inicia no será el desastre que muchos pronostican: en el mundo desarrollado la inflación empieza a frenarse, la recesión de darse no será tan severa, los precios de la energía muestran señales de descenso y los mercados financieros no han sufrido penurias dada la política monetaria de mayores tasas de interés. ¿De dónde, entonces, viene el temor de que el 2023 será un mal año? Puede en parte deberse a la tendencia natural a exagerar, y en nuestro país, el propio pesimismo de ver el futuro para así resguardarnos o ponernos en buen recaudo. Pero lo cierto es que en el Ecuador hay un evento innegable: la “politiquería” que no permite una adecuada continuidad de las políticas económicas.

El año nuevo debe darnos la oportunidad y emprender las prioridades estratégicas para seguir avanzando en los cambios que requiere nuestra sociedad, una de ellas en la universidad ecuatoriana, cabe señalar que se requiere una mayor y mejor inversión en educación superior y una mejora de la empleabilidad. Actualmente existe un desajuste entre los puestos de trabajo que ofrece el mercado y el número de graduados, pues Ecuador tiene un alto porcentaje de universitarios desempleados. Por tanto, es necesario orientar más estudios hacia ámbitos con elevada inserción laboral, así como ofrecer a los estudiantes las competencias que la sociedad requiere hoy en día, reforzando la relación entre universidad y empresa con el fin de favorecer la posterior incorporación al mercado laboral. Para ello, resulta imprescindible intensificar la agilidad del sistema y su adaptación a las necesidades actuales para incrementar tanto la empleabilidad de los egresados como la competitividad del tejido empresarial ecuatoriano.

En definitiva, puede ser que los miedos e incertidumbres estén justificados a pesar de un pronóstico cortoplacista relativamente positivo. El mundo está cambiando de manera drástica, para bien y para mal. Lo que necesitamos más que otra cosa en el año 2023 es que consumidores, empresas y gobiernos se doten de la flexibilidad, la resistencia y la innovación necesarias para adaptarnos a un mundo diferente, que puede resultar ser mejor. (O)