El James Webb revela galaxias similares a la Vía Láctea en el universo joven

This side-by-side comparison shows observations of the Southern Ring Nebula in near-infrared light, at left, and mid-infrared light, at right, from NASA’s Webb Telescope. This scene was created by a white dwarf star – the remains of a star like our Sun after it shed its outer layers and stopped burning fuel though nuclear fusion. Those outer layers now form the ejected shells all along this view. In the Near-Infrared Camera (NIRCam) image, the white dwarf appears to the lower left of the bright, central star, partially hidden by a diffraction spike. The same star appears – but brighter, larger, and redder – in the Mid-Infrared Instrument (MIRI) image. This white dwarf star is cloaked in thick layers of dust, which make it appear larger. The brighter star in both images hasn’t yet shed its layers. It closely orbits the dimmer white dwarf, helping to distribute what it’s ejected. Over thousands of years and before it became a white dwarf, the star periodically ejected mass – the visible shells of material. As if on repeat, it contracted, heated up – and then, unable to push out more material, pulsated. Stellar material was sent in all directions – like a rotating sprinkler – and provided the ingredients for this asymmetrical landscape. Today, the white dwarf is heating up the gas in the inner regions – which appear blue at left and red at right. Both stars are lighting up the outer regions, shown in orange and blue, respectively. The images look very different because NIRCam and MIRI collect different wavelengths of light. NIRCam observes near-infrared light, which is closer to the visible wavelengths our eyes detect. MIRI goes farther into the infrared, picking up mid-infrared wavelengths. The second star more clearly appears in the MIRI image, because this instrument can see the gleaming dust around it, bringing it more clearly into view. The stars – and their layers of light – steal more attention in the NIRCam image, while dust pl

El telescopio espacial James Webb ha revelado la existencia de dos galaxias «barradas», similares a la Vía Láctea, en una época en la que el universo tenía apenas un 25 % de su edad actual, lo que obligará a los astrofísicos a refinar sus teorías sobre la evolución de las galaxias.

Un estudio encabezado por la Universidad de Austin en Texas (EE.UU) y que ha sido aceptado para su publicación en The Astrophysical Journal Letters habla de la existencia de estas dos galaxias barradas, que tienen una estructura estelar en forma de barra que se extiende de lado a lado desde el centro hasta sus discos exteriores.

Antes de la entrada en funcionamiento del James Webb nunca se habían detectado galaxias barradas en una fase tan temprana del universo, lo que “obligará a los astrofísicos a refinar sus teorías sobre la evolución de las galaxias”, indica la universidad.

Una de estas galaxias, la EGS-23205, ya había sido observada por el telescopio espacial Hubble, antecesor del Webb, pero la imagen que daba era poco más que una mancha en forma de disco.

Sin embargo, el nuevo telescopio, lanzado en diciembre de 2021, es mucho más potente, lo que le permite observar la estructura subyacente de las galaxias, ofreciendo así una imagen clara de la galaxia espiral con una barra estelar.

El equipo identificó otra galaxia barrada, EGS-24268, también de hace unos 11.000 millones de años, lo que hace que existan dos cuerpos de este tipo más lejanos en el tiempo que ninguno descubierto anteriormente.

El artículo también incluye muestras de otras cuatro galaxias barradas de hace más de 8.000 millones de años.

Las barras desempeñan un papel importante en la evolución de las galaxias al canalizar gas hacia las regiones centrales, impulsando la formación estelar.

Una de las firmantes del artículo, Shardha Jogee, dijo que estas barras “resuelven el problema de la cadena de suministro” en las galaxias»,

«Al igual que necesitamos llevar la materia prima desde el puerto a las fábricas del interior que fabrican nuevos productos, una barra transporta poderosamente gas a la región central, donde se convierte rápidamente en nuevas estrellas a un ritmo normalmente de 10 a 100 veces más rápido que en el resto de la galaxia», explicó.

Estas estructuras también contribuyen al crecimiento de agujeros negros supermasivos en los centros de las galaxias al canalizar el gas parte del camino.

El descubrimiento de barras en épocas tempranas significa, según Jogee, que los modelos de evolución de las galaxias “disponen ahora de una nueva vía, a través de las barras, para acelerar la producción de nuevas estrellas en épocas tempranas».

Además, la propia existencia de estas primeras barras “supone un reto para los modelos teóricos, ya que deben tener en cuenta la física de la galaxia para predecir la abundancia correcta de barras», por lo que el equipo pondrá a prueba distintos modelos en sus próximos trabajos. EFE