Indolencia

Mario Jaramillo Paredes

I. Hace poco menos de un año, buena parte del mundo se solidarizaba con Ucrania y mostraba su rechazo a lo que es uno de los peores actos de barbarie de este siglo.

II- Hoy la invasión sigue cometiendo crímenes de lesa humanidad, pero ya casi no es noticia en los diarios, salvo en páginas interiores, junto con sórdidas crónicas rojas o escándalos de artistas de la farándula.

III- La invasión rusa ha generado una de las más inhumanas migraciones forzosas de la historia moderna. Millones de personas deben dejar, todo lo que habían logrado reunir en su vida. Y, todo lo que se llevan cabe en una maleta de mano, de aquellas que las aerolíneas permiten llevar como equipaje acompañado.

IV- Ciudades semi destruidas, centrales eléctricas bombardeadas para que niños, ancianos y enfermos no tengan calefacción, son fórmulas ideadas por los estrategas del imperio gobernado por un Zar mucho más sanguinario que aquellos que gobernaron en el pasado.

V- Existen- por supuesto- quienes justifican estos crímenes con el mismo descaro y fanatismo con que en el pasado se justificaron otras guerras. Se rebuscan razones históricas, sesudas explicaciones ideológicas, argumentan causas geoestratégicas, repitiendo lo que dice Putin, su héroe.

VI- Los grandes organismos mundiales creados para mantener la paz e impedir actos de barbarie, hacen tibios reclamos en medio de pomposas reuniones como acto previo a un refinado cóctel en donde se codea la alta burocracia diplomática del mundo.

VII- En medio de esa tragedia, se repite una escena común en muchas guerras de conquista: un puñado de soldados y ciudadanos resisten la invasión de una de las grandes potencias del mundo. Y lo hacen mientras logran- de cuando en cuando- alguna victoria pasajera al expulsar a los invasores. Y logran esas victorias porque están luchando por defender algo que es de ellos y que no solamente es un pedazo de tierra, sino su historia, su pasado y por supuesto un futuro que sigue siendo incierto. Los invasores tienen soldados que frecuentemente desertan porque sienten que están en una guerra que no es de ellos, ni les importa.

VIII- Como en la vieja canción de la guerra civil española, adquiere nuevamente sentido: “porque nada pueden bombas donde sobran corazones”. (O)