Nos vamos de fanesca

David Samaniego Torres

La fanesca es un plato obligado de semana santa. Esa es nuestra costumbre y las costumbres no se discuten, se las conserva porque son exigencias que radican más allá de la razón.

 De cocina entiendo poco, no he llegado más allá del agua tibia, pero sí observo, miro y admiro cómo se cuecen ciertos productos que luego, ya en el paladar, son en extremo gustosos. Preparemos entonces un sabroso y saludable plato de fanesca.

He averiguado por los ingredientes. Debo comprar unos choclos en su punto, ni muy tiernos ni demasiado maduros; los chochos deben ser frescos, de color claro; arvejas, zapallo joven y fréjol más maduro que tierno. Especial cuidado debe darse a la búsqueda de un bacalao que sazone la comida. Es indispensable que la hierbita y la cebolla sean frescas. Al final cuando se ponen las frituras es necesario un cuidado muy especial para no viciar toda la comida.

Alguien ajeno a estos menesteres se habrá preguntado, con razón, y ¿para qué tanto empeño y prolijidad en seleccionar frutos para un simple plato de fanesca que desaparecerá en contados minutos? No se trata de un simple plato de comida sino de LA FANESCA, un plato excepcional para una ocasión especial. Es una preparación pensada para un almuerzo familiar que reúne a muchas personas, de diversas edades.  En síntesis: si la ocasión es de tanta importancia no cabe una fanesca mal preparada, insípida, peor con ingredientes dañados que puedan ocasionar una crisis de salud a un grupo de personas.

COLOFÓN LÓGICO Y PERTINENTE.  Hemos sido convocados para acudir a las urnas y depositar nuestros votos para alcaldes, prefectos y otras dignidades, a más de la Consulta popular. Una fanesca política está en marcha. Las diversas opciones tienen como candidatos a gente con sus propias historias. ¿Se elegirá esta vez a personas honradas, responsables y capaces? Imposible obtener beneficios para la sociedad con gente dañada, descalificada, ignorante. Si tanto esmero se puso para seleccionar los mejores ingredientes para la fanesca a fin de tener comida sana y nutritiva, ¿seremos tan irresponsables para elegir funcionarios tóxicos, de baja calidad moral, a más de ignorantes? ¿Es Ecuador, acaso, un pueblo de suicidas? Nuestro futuro necesita gente responsable. La ingenuidad y la irresponsabilidad en ocasiones van de la mano. Seleccionemos a los mejores. Interesémonos del proceso. Preparemos nuestro voto, a conciencia. Ecuador lo necesita. (O)