Don Quijote y Don Guillermo

Marco Carrión Calderón

Quiero creer que el presidente Lasso es una persona no solo bien intencionada sino, sobre todo, honorable, Pero la serie de cosas tremendas que suceden en el país, me hace pensar que, o bien soy sumamente ingenuo, o Lasso vive en un mundo irreal.

Noah Harari dice con sobra de razón: “Es mucho más fácil vivir con la fantasía, porque la fantasía da sentido al sufrimiento”, da sentido a la cruel realidad, diría yo. Creer con tanto entusiasmo que el Ecuador es “El país del encuentro” en donde la mayoría nos sentimos unidos por el empeño de sacar al país del desastre al que nos condujeron los años del correa-morenato, creer eso digo, es una fantasía, igual que como Don Quijote creía que la moza Aldonza Lorenzo era Doña Dulcinea del Toboso. Creer que los altos funcionarios de su gobierno, esos que vendían un vice ministerio en dos y medio millones, son personas honorables es como creer que los molinos de viento eran gigantes. Debe estar convencido de que los ecuatorianos somos inmensamente felices cuando le vemos en sus coqueteos con funcionarios y funcionarias mundiales en Davos o cuando llegó, obsequioso y feliz, al Vaticano para un saludo intrascendente al Papa.

Y todo eso mientras acá sus “inmaculados” Ministros y Vice ministros, sus Gerentes de las Empresas Públicas y, hasta un familiar político, continúan en la fiesta de los millones

Si Don Quijote es apaleado por unos “pelafustanes” que hacen burla de su locura, el pobre caballero después de restañar sus heridas sigue con sus absurdas fantasías sin hacer el esfuerzo de ver la realidad ¿Algo así estará sucediendo en la triste realidad de nuestra “Ínsula Barataria”? Qué sensible es pensar en esto cuando creíamos que al fin había llegado la hora de salir de la podredumbre a que nos condujeron el prófugo y su sucesor quienes siguen queriendo convencer al Ecuador que “antes estuvimos mejor”. Así como hay compañías comerciales que inyectan millones en empresas fallidas, individuos que se aferran a matrimonios disfuncionales y puestos de trabajo sin futuro, parece que nuestro gobernante prefiere aferrarse a la ilusión de un gobierno completamente honesto y sin corrupción y a la fantasía de un “país del encuentro”. (O)