Ernaux y el yo autobiográfico II

Aníbal Fernando Bonilla

En El acontecimiento (2000), en similar línea autodiegéticay de modo retrospectivo, Ernaux desvela los entresijos de un aborto asumida sola en la clandestinidad por el marco legal vigente, en medio de una sociedad patriarcal e intolerante. Otra vez, el dilema de la vida (sumado al de la muerte). La enunciación cronológica, acaso de episodios comunes de su etapa universitaria en Ruan (ir al cine, comer en un restaurante, pasear por las calles sin rumbo establecido, viajar en el tren, revisar exámenes), entrelazados con otros sucesos de orden histórico, aunque fundamentalmente, de impacto particular. Los personajes secundarios, aunque reales, están señalados con iniciales. El susurro intimista (recuperado de un diario) describe -desde el monólogo interior- las dificultades para conseguir la interrupción del embarazo, pasajes contraídos con su amante(s), sus estudios de filología, su posición feminista, el dilema ético; hechos y criterios que rememora desde el yo, manifestada abiertamente a través de “la escritura [que] vuelve a ser una necesidad”.

En tanto, en El lugar (1983), el hilo conductor es el vínculo entre quien escribe (Ernaux) con su madre y su padre (especialmente del segundo retrata en amplia exposición, sus comienzos en la ruralidad, la ocupación obrera, el impacto de la guerra, los conflictos maritales, los modos de ganarse un estipendio ya con responsabilidades de hogar). Ese intrínseco parentesco reproducido a través de “las señales objetivas de una existencia”. Con la naturalidad peculiar de su retórica, la autora nos inmiscuye en su pequeño mundo, o mejor dicho, en su pequeño pueblo en Francia, con sus costumbres y desafueros (que encierran envidias y maledicencias), con su marcada división clasista. Siempre vigente, la sombra de la pobreza. Reaparece la religión (con la señal de la cruz). Los abuelos también son recreados, en una regresión que va desde inicios del siglo XX hasta mediados del mismo, en donde Ernaux ya es niña. El anhelo de adelanto familiar se refleja en un modesto negocio de abastos y fonda. Esfuerzos que van dirigidos a superar esa sensación indigna (por las limitaciones, falta de educación, humillaciones solapadas) que rodea sus vidas.