Espectar desde el privilegio

Ma. Isabel Cordero

Carnaval, la fiesta común en que todos somos iguales, convidamos y convivimos una herencia compartida. El agua limpia, renueva, junta.

Pero en este carnaval las redes informaron con imágenes abrumadoras de sucesos propios de bacanales en Salinas y Jaramijó, y a más de escandalizarse, nadie pensó en la integridad de las personas, especialmente de las mujeres, que aparecen en estas imágenes.

El accionar de un grupo enardecidos por el alcohol, las drogas, la fiesta, el erotismo, son muy similares a una horda que actúan con violencia y odio; no hay nada de racional en sus acciones, no hay códigos éticos ni leyes que los contengan.

Los comentarios sostienen básicamente dos cosas: las mujeres de los videos provocaron los sucesos, y esas mujeres son unas “cualquiera”. Los comentarios dirigidos a los hombres se refieren a su suerte y osadía.

Reforzamos estereotipos de género, que aplauden la hombría de unos y abuchean la soltura de otras. Nadie habla de integridad personal, de la importancia del consentimiento o de intimidad y seguridad; actuamos como espectadores de la bacanal desde nuestros privilegios y prejuicios. (O)

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