Recuerdos de Constanza

Tito Astudillo y A.

Definitivamente, humanos como somos, las fechas más importantes están ligadas a recuerdos de la familia y en lo personal a vivencias con mis nietos y con Tomás desde luego que, a sus 18 años de edad, estudia en la Universidad Técnica de Munich y, esta Pascua, pasó con su familia de pasantía secundaria en la ciudad Lindau a orillas del lago Constanza, en dónde hace cinco años fue mi guía.

Me envía una fotografía con su hermano de pasantía, ya no son los adolescentes de hace cinco años. Veo dos jóvenes a orillas de un inmenso resplandor azul brumoso que se difumina en la sinuosidad plateada de los Alpes Suizos como horizonte. Un resplandor que se pierde en otro resplandor y aviva los recuerdos y el milagro de revivirlos: la Travesía en auto desde Thun – Berna al gran Lago; bordearlo por la orilla suiza, por la orilla austriaca e ingresar en la orilla alemana visitando Friedrichshafen, Constanza y Lindau nuestro destino; la celebración de la Pascua y la leyenda del Conejo Pascual, testigo presencial de la resurrección, mensajero de la buena nueva y su embajada de paz; la tradición de agasajar con los multicolores huevitos pascuales, recordando la ancestral costumbre de ofrecerlos en canastillas en las puertas del templo; el ágape pascual como rito comunal de fraternidad en el templo primero y en la intimidad del hogar después; la travesía en transbordador y la historia de lago Constanza, pueblos y ciudades de su entorno narrados por Milene, nuestra erudita anfitriona; el retorno a Zúrich y el vuelo Ámsterdam-Guayaquil atesorando recuerdos, porque viajar, como leer, permite enriquecer la memoria con tantas vidas y experiencias compartidas.

El lago Constanza (Bodensee en alemán) en el centro de Europa (536 km2 de superficie, 63 Km de longitud, 14 de ancho y 90 metros de profundidad media), está rodeado por Alemania, Austria y Suiza. Una ciclovía de 260 kilómetros la rodea enlazando ciudades turísticas, destino de verano para quienes desean hacer navegación, surf, natación o vivir la historia que cuentan sus ciudades, monasterios, castillos, monumentos y museos. (O)