Derecho a la defensa y a la vida

Edgar Pesántez Torres

En Santiago de Chile fue asesinado con dos disparos en su cabeza el cabo primero de Daniel Palma, mientras fiscalizaba un automóvil Audi ocupado por dos venezolanos, de esos desterrados de la tiranía venezolana.  El carabinero fallecido el jueves, día en que los cristianos recordábamos la institución de la Eucaristía, el lavatorio de los pies y la oración en el huerto de Getsemaní, la ciudad de Rancagua despedía a su conterráneo muerto de la misma edad de Cristo y que dejaba en la viudez a su compañera de profesión, a un hijo de 4 años y otro en el vientre.

El rechazo en el país fue unánime, lo que hizo que minutos más tarde el presidente Gabriel Boric promulgaba la Ley Naín-Retamal, enviado a la Contraloría General de la República para su posterior toma de razón. Lleva este nombre en honor a dos carabineros, asimismo asesinados en cumplimiento a su deber. La ley refuerza y protege la función de Carabineros y de la Policía de Investigaciones y Gendarmería (PDI), así como de la Policía Marítima y Aeronáutica Civil. En caso particular del delito de homicidio a uno de estos, la Ley establece el presidio perpetuo calificado.

Por esos días visitaba este país y dialogaba con retirados de la PDI. Mario B., en Los Andes, creía que una de las causas para llegar a donde están es el abandono en los ‘pénsum’ de estudio las materias humanísticas y sociales, de la Historia que soslaya la esencia de los acontecimientos y héroes chilenos, sobredimensionado a faranduleros ideológicos. Alberto C., en Concepción, decía que comparte los ideales de los Derechos Humanos, pero también el derecho a la defensa y más para los que resguardan a la sociedad, cuya carga de prueba no debe ser su responsabilidad y que se debe mantener su estabilidad laboral y emolumentos.

Este recuento para levantar al ciudadano ecuatoriano a fin de que no se resigne a ser uno más de la masa, es decir, no ser hombres unidimensionales de los que hablaba H. Marcuse, estandarizados por el tamiz del conformismo social y en donde el derecho a la vida, a la seguridad y a la paz estén inducidos el poder y los farsantes de los derechos de círculo, quienes, ante los hechos consumados, proponen una ley fetén, teniendo como modelo a Poncio Pilatos, que preguntaba escéptico a Jesús en el pretorio: “¿Qué es la verdad?” (O)