José Simón Astudillo, un cuencano de temple, cumple 100 años

José Simón Astudillo junto a sus hijos Ruth y Xavier. Este último arribó de Argentina para celebrar el cumpleaños de su padre. XCA

Intelectual, visionario, multifacético, de principios y valores firmes. José Simón Astudillo Quintanilla, el empresario cuencano que se ha destacado por sus estudios, por su trabajo y reconocimientos, cumplió 100 años esta semana. Con lucidez recuerda anécdotas, vivencias y consejos que han marcado su vida. 

Un 20 de mayo de 1923, nació don José. Durante este siglo, se ha transformado al igual que la sociedad, pero siempre conservando su esencia y su carácter. De su infancia, rememora cómo era su madre “de enérgica” y como era su padre “el hombre más suave de la vida”.

Este carácter de su padre fue su apoyo, cuando en tercer año de escuela de los Hermanos Cristianos, uno de ellos le asestó un fuerte reglazo en la cabeza, que lo aturdió del dolor. En su defensa, le lanzó un tintero.

Este lejano episodio, que lo recuerda con humor y también con molestia, marcó un punto de inflexión en su temprana vida: se mostró rebelde ante un castigo injusto.

“Secreto”

Para la longevidad, Don José considera que no hay un secreto, pero admite que ha practicado el consejo de ‘Los tres tempranos’, de su padre José María Astudillo, para llevar una vida sana.

“La vida de mi padre se basaba en ‘los tres tempranos’. Levántate temprano, come temprano y duerme temprano. Las horas necesarias para descansar y al estar despierto, siempre hacer algo”, asegura.

Don José ha incursionado en el mundo militar, empresarial, del deporte, de la docencia, de la Cultura, de la Comunicación. Se destaca por su invaluable aporte a la investigación, es un impulsor de emprendimientos y defensor de las causas justas.

A su paso por el Colegio Militar en Quito, formó parte del batallón que fue a la guerra del 41 con Perú. Los conscriptos se acuartelaban en todo el país y los que iban de Cuenca, muchos eran sus compañeros del colegio. “A pesar de que había la gran responsabilidad de la guerra, también fue una aventura”, dice ahora.

Por sus años universitarios, fundó el Círculo de Periodistas Deportivos del Ecuador. Instauró el Colegio de Químicos y Farmacéuticos. En Cuenca, instaló la primera lavandería automática, llamada ‘La Química’.

Al mirar atrás recuerda que las generaciones de antaño decían: hay que buscar la vida, hay que buscar dónde me ubico para ser útil y para tener, naturalmente, un pago adecuado.

Todos esos aprendizajes y experiencias le sirvieron para su vida. A sus 45 años emprendió ‘Fruveca, una empresa que lleva más de medio siglo en el mercado y ha sido un aporte en la generación de empleo. Hasta la actualidad se desempeña como gerente general, aunque ya se plantea ceder su cargo.

Al ser preguntado por una recomendación que daría a las nuevas generaciones, lo piensa mucho y asegura que, en la vida hay muchos estímulos que son los ejemplos, así que, el ejemplo, es el mejor consejo.

Su día a día

A día de hoy se mantiene activo. Cada mañana se ejercita en una bicicleta estática. El deporte ha sido una constante en su vida, en combinación con su faceta intelectual y una vida espiritual fijada en principios.

De su abuelo, José María Astudillo Regalado, aplicó esta enseñanza: En tus semejantes mira sus virtudes, que sus defectos los juzgue Dios. “Mi abuelo era un creyente. No sé si yo sigo siendo un creyente, pero tengo otra manera de pensar. Por eso yo diría, sus defectos déjalos a la vida”.

Don José se confiesa feliz, en la medida que la felicidad humana existe. Es padre de 10 hijos, abuelo de una decena de nietos y tiene algunos bisnietos. Ha recibido múltiples condecoraciones y reconocimientos de distintas instituciones. (I)

DATOS

  • José Astudillo se graduó en la Escuela de Química y Farmacia en la Universidad de Cuenca. Obtuvo el Premio Benigno Malo, como el mejor estudiante en 1947.
  • Estudió en el colegio Benigno Malo, ubicado en ese entonces en la plazoleta Santo Domingo. A sus 13 años, fue a Quito para estudiar en el Colegio Militar Eloy Alfaro.