Bastaron dos días de lluvias para que la carretera Cuenca- Molleturo Naranjal se cerrara por la presencia de deslaves. Fácil es imaginar lo que ocurrirá cuando el invierno de la Costa arranque. Este primero de enero, cientos de vehículos con gente que retornaba a Cuenca o que iba a Guayaquil, después del feriado de fin de año, debieron ser desviados por Cañar para llegar a su destino. La respuesta de funcionarios del Ministerio de Obras Públicas fue en buena hora ágil, pero tampoco se les puede exigir más pues mientras no haya una decisión del gobierno de mejorar sustancialmente esta carretera, los problemas subsistirán.
Este nuevo año trae grandes desafíos para la ciudad de Cuenca y la provincia del Azuay. No es un año más. Es el año del Bicentenario de la Independencia y ese aniversario debe servir no solamente para recordar sino sobre todo para avanzar. El Municipio y la Prefectura al igual que otras instituciones tienen sus programas y metas. Sin embargo, es necesario que pongan especial interés en algunos puntos que no pueden seguir esperando más tiempo. Legisladores del Azuay, Prefecto, Gobernador y Alcalde de Cuenca deben unirse para poner fin al aislamiento vial de la provincia.
El gran tema de la ciudad y la provincia es el de las malas carreteras. Como hemos insistido, la salida Sur de la ciudad es una vergüenza y más allá de anuncios que se repiten sin concretarse, el problema no se soluciona. La carretera Cuenca Molleturo, es peligrosa y no hay señales de que mejorará. El tráfico de camiones pesados de carga es un atentado que las autoridades no logran frenar. Al parecer más pesa la presión de los transportistas que la seguridad de los miles de usuarios. Restringir el tráfico solamente a vehículos de pasajeros sería una buena señal mientras se avanza en un gran proyecto para por lo menos hacer de ésta, una vía de tres carriles en este primer tramo.