Las diez claves para entender la intervención turca en Libia

El envío de tropas turcas a Libia ya ha empezado, según confirmó el domingo el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, pero se mantienen muchas incógnitas sobre el volumen del despliegue previsto, su posible intervención en combate y el eventual empleo de mercenarios sirios.

El Parlamento turco votó el jueves pasado a favor de un permiso, con un año de vigencia, para enviar militares a Libia, pero dejó en manos del presidente la capacidad de decidir todos los aspectos de la misión.

¿A quién apoya Turquía en Libia?

A Faiez El Sarraj, jefe del Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA), establecido en Trípoli y reconocido por Naciones Unidas, debilitado por el avance de las milicias del general Jalifa Hafter, que tiene su feudo en el este de Libia y controla gran parte del país.

¿De qué tamaño será el despliegue militar?

No hay datos. Es probable que sea reducido, porque Erdogan ha insistido en que el papel de los soldados turcos en Libia será de «coordinación» y de «compartir conocimientos técnicos y experiencia». Si bien ha precisado que los militares «ya están yendo gradualmente» a Libia, no ha aclarado si es con buques o en avión.

¿Habrá mercenarios sirios en el despliegue?

Es probable. Desde que la cadena libanesa Mayadeen TV afirmó hace dos semanas que Ankara estaba reclutando a combatientes entre diversas milicias sirias para llevarlos a través de Turquía a Libia, se han sucedido ratificaciones anónimas y desmentidos, pero anoche Erdogan pareció confirmarlo con estas palabras: «Como fuerza de combate tendremos a diferentes equipos allí. No serán soldados nuestros. Estos diferentes equipos trabajarán como fuerza de combate. Pero la coordinación estará en manos de militares nuestros de alto rango».

Preguntado hoy por la cuestión, el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, se limitó a responder: «Nuestras informaciones apuntan a que no se han enviado a Libia miembros del ELS», las siglas del Ejército Libre Sirio bajo las que combaten diversas milicias aliadas con Turquía en el norte de Siria.

¿Habrá ataques de la aviación turca?

Es improbable. Los F-16, el avión de combate de las Fuerzas Aéreas turcas, no tienen alcance para misiones en Libia si despegan desde una base turca. Turquía tampoco tiene portaaviones. Para intervenir con cazas, Turquía debería establecer una base en Libia, algo difícil ya que Hafter también dispone de cazas.

¿Podrá Turquía derrotar a Hafter?

No y ni siquiera lo intentará, según coinciden analistas y altos cargos turcos. El objetivo, dijo Erdogan el domingo, es «asegurar un alto el fuego en Libia y recuperar un proceso político».

De momento, Hafter, que recibe respaldo de Egipto y Emiratos Árabes, tiene las de ganar en la contienda libia y sus milicias, supuestamente reforzadas con mercenarios rusos y sudaneses, llevan meses asediando Trípoli. El despliegue turco intenta evitar la caída de la capital y forzar a Hafter a sentarse en la mesa de las negociaciones.

¿Por qué le interesa Libia a Turquía?

Las enormes reservas de petróleo y gas libios son un atractivo campo de inversión para empresas turcas y una importante fuente de energía alternativa al gas ruso e iraní, del que Turquía depende ahora. Si gana Hafter, las concesiones y los contratos irán a parar a los países que lo respaldan, enfrentados con Turquía en el ruedo diplomático.

¿Cuáles son los ejes geopolíticos?

Arabia Saudí, el jugador dominante en Oriente Próximo, busca el enfrentamiento con Irán y cultiva buenas relaciones con Israel. Puede contar con Egipto y con casi todos los países del Golfo, especialmente Emiratos.

Turquía, por su parte, mantiene buena vecindad con Irán y una relación más crispada con Israel, se alinea con Catar y desde las elecciones de octubre pasado intenta ganarse también a Túnez.

¿Qué papel desempeña el islam en este reparto?

Ambos bloques cuentan con países que promueven la versión ultrarigorista wahabí: Arabia Saudí en un bando y Catar en el otro. La piedra de toque es la organización islamista de los Hermanos Musulmanes, perseguidos en Egipto y Arabia Saudí, pero bien relacionada con Catar, Turquía, El Sarraj y el nuevo Gobierno tunecino.

¿Influye la pugna por los hidrocarburos del Mediterráneo?

Sí. En diciembre el Parlamento turco ratificó un acuerdo con Libia que delimita las zonas económicas exclusivas (EEZ) de ambos países en el Mediterráneo oriental. Tiene un valor más bien simbólico -la línea acordada no supera los 30 kilómetros-, pero ha servido para proclamar las aspiraciones turcas de adjudicarse un importante espacio marítimo, provocando airadas protestas de Grecia y Chipre. Ambos países están alineadas con Egipto e Israel en sus esfuerzos de rentabilizar los hidrocarburos al sur de Chipre.

Ankara ha asegurado que las islas -ya sea Creta o la propia Chipre- no pueden generar una EEZ, algo más que discutible desde un punto de vista legal, pero espera que el acuerdo libio refuerce su posición frente a Grecia.

¿Qué opina la oposición turca sobre la intervención en Libia?

Lo condena rotundamente como una aventura que pone en riesgo a los soldados turcos sin responder a ninguna necesidad nacional y que se debe entender más como una huida hacia adelante de un Gobierno en apuros, con la intención de ganar puntos mediante la política nacional y económica. EFE

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