Muro de los lamentos

Nos cansamos, pues si, en verdad nos cansamos de tanta miseria, la política invadió el lado humano de las personas, atacó su honor y mansillo la honra tanto de las personas que terciaban como en la de sus familias o allegados, la campaña pasada fácilmente se podría catalogar como una trituradora de individuos en las cuales se acabaron los códigos morales y llegaron a primar la deslealtad, la traición, el ataque y la infamia.
A todo esto podremos decir que por fin se terminó todo, aunque momentáneamente, pero se terminó sobre todo la campaña sucia en la cual ciertos grupos y sus responsables no hicieron más que demostrar lo que llevaban dentro; los odios los insultos y las calumnias estaban a flor de piel, evidenciando no la realidad de los contendientes, sino lo que sus contrarios llevan por dentro y de lo que están conformados.
La ciudad habló y manifestó su voluntad apostando a personas frescas que muy poco o nada se mancharon dentro de todo este escenario caótico, y no queda más que decir aquí estamos, todos los cuencanos y azuayos para apoyar a los procesos que emprendan; debemos romper de una vez por todas aquellas falsas ideas y pretensiones que auguran una mala gestión cuando al final del día los únicos perjudicados seremos los habitantes de la ciudad.
Para el bien de quienes apostaron por completo a ganar y tuvieron resultados adversos, de quienes hipotecaron sus economías, de quienes lucharon con manos y dientes por conseguir un espacio, de quienes siendo excomulgados hablaron de imágenes sagradas, y sobre todo para los dueños de tanto ingenio negro, no nos queda más que decirles que la ciudad hoy les ofrece un lindo, antiguo y recién pintado muro de lamentos al cual pueden acudir a enjuagar sus penas. (O)

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