El ingreso a las universidades

Nuevamente en este año volvieron a presentarse problemas con motivo de la prueba Ser Bachiller, que es el sistema creado por el estado para regular el ingreso a las universidades. Esta vez los problemas se presentaron en la ciudad de Guayaquil en donde padres de familia y estudiantes protestaron públicamente señalando que los cuestionarios se habrían filtrado antes de la prueba. Más allá de que esa denuncia debe investigarse para comprobar o desvirtuar la acusación, el tema de fondo es que las pruebas para el ingreso a las universidades siguen teniendo serios problemas y no gozan de la confianza de la ciudadanía.
El tema de los sistemas de admisión a las universidades es complejo y tiene una larga historia de posiciones enfrentadas. Hasta los años sesenta del siglo pasado las pruebas eran organizadas por las propias universidades. Hubo ejemplos de excelentes sistemas y otros de fracasos estrepitosos. Pero el denominador común estuvo dado por una prevalencia de la autonomía universitaria que mantuvo las pruebas dentro del ámbito y la responsabilidad de cada institución de educación superior. Los problemas presentados, sobre todo en algunas universidades públicas, generó la oposición a los exámenes de ingreso, que terminó con su supresión ante la renuencia a mejorarlos. Vino luego el inicio de una etapa caótica con un alto contenido de politización.
La creación de un nuevo sistema de admisión regulado totalmente por el estado tomó fuerza en la década del correísmo y su visión centralizándola y vertical de todos los procesos. Hasta llegar al actual formato se ha pasado por varios experimentos que han dejado malas experiencias. Desde distintos sectores se ha propuesto la construcción de un nuevo sistema integrador que tenga como insumo básico el criterio de las universidades y no solamente los puntos de vista de los tecnócratas que frecuentemente elaboran sistemas teóricos alejados de la realidad.