¿Le creen a Moreno?

Análisis político Marco Salamea Córdova

Hace algunos días la página web de El Mercurio realizó una encuesta con la pregunta: ¿cuánto le creen al Presidente Moreno? De 4.400 personas el 93,3 % respondieron no creerle nada; 2,3 creerle poco; 0,9 creerle algo; y, mucho el 1 %.
Los resultados de este sondeo mostrarían que la credibilidad de Moreno, para decirlo coloquialmente, estaría “por los suelos”. Resultados que no están muy lejos de los obtenidos recientemente por algunas encuestadoras nacionales; que, además, al medir el nivel de aprobación de la gestión del Presidente, señalan porcentajes que se ubican entre el 10 y el 15 %; una situación que repercute de manera preocupante en la legitimidad social del Gobierno y, por ende, en su grado de representatividad democrática.
Esa erosión vertiginosa de la credibilidad de Moreno asomaría ligada a su errática gestión económica, social y política.
En lo económico, luego de casi tres años de gestión, persiste una abultada crisis fiscal, un creciente endeudamiento público, el estancamiento económico, y no se han concretado las cuantiosas inversiones extranjeras anunciadas reiteradamente por el Gobierno. En materia de empleo no sólo que no se ha cumplido la promesa de crear 250 mil puestos de trabajo al año, sino que el desempleo y el subempleo más bien han aumentado.
En lo social, las oferta de construir 325 mil viviendas populares (190 mil de las cuales se iban a entregar gratuitamente a los más pobres) no está siendo materializada; así como tampoco se ha cumplido el ofrecimiento de construir 40 nuevas Universidades, para reducir el drama de cientos de miles de jóvenes que no pueden seguir la Universidad. La atención en la salud pública, así como en la seguridad social, muestran signos de deterioro, a lo que añade el crecimiento de la inseguridad. La gente percibiría que no hay una obra pública importante.
En lo político, la gestión gubernamental se vería plasmada de vericuetos y errores, cuyo ejemplo más cercano fue el “paquetazo” económico que provocó las protestas sociales de octubre. El denominado combate a la corrupción se estaría mostrando básicamente como un recurso retórico de legitimación usado por el régimen, y todo esto conjugado con algunas declaraciones presidenciales que han generado críticas y polémicas. (O)