Entontecido por el poder       

Juan F. Castanier Munoz

La Constitución y las leyes ecuatorianas pertinentes, establecen la existencia de un presidente de la república, un vicepresidente y los mecanismos de sucesión del poder. Igualmente, se encuentra claramente dispuesto el procedimiento para reformar la Constitución y las leyes, es decir, que si se deseara cambiar y que envés de un presidente hayan dos presidentes, se tendría que poner en práctica una consulta popular, un referéndum o un trámite al interior de la Asamblea, para lograr tal fin. ¡Clarito!.

Lo sucedido en Guatemala con el presidente de la CONAIE, quien, por declaraciones del presidente de Guatemala, fue expulsado del país caribeño a causa de haber hecho declaraciones políticas que el régimen las juzgo inapropiadas y por encontrarse sin los papeles migratorios en regla. Vargas, por toda respuesta ha dicho que él no puede ser juzgado como un turista o como un migrante más y que, acá en el Ecuador, a él se le denomina como el segundo presidente. ¡Que alhaja! Fíjense que mientras aquí en el país una reforma constitucional es vista como una verdadera montana en lo que tiene que ver con su procedimiento legal, Vargas, de un plumazo, ha reformado la constitución, creando una nueva presidencia de la república, ¡con una simplísima declaración!

A lo largo de mi vida he conocido a dirigentes indígenas muy valiosos, oriundos de mi provincia y del resto del país, que pena que siento entonces que la respetabilísima CONAIE se encuentre hoy representada por una persona agresiva, violenta, resentida, irrespetuosa de las leyes, “metepatas” incorregible y cuyas actitudes afectan realmente la imagen de la organización.

Él había creído en Guatemala que una columna de uniformados que lo abordo en el aeropuerto era el comité de bienvenida que hacia los honores correspondientes a un jefe de estado, hasta que se dio cuenta que se trataba de la policía de migración que le comunicaban la decisión del gobierno de expulsarlo del país y lo conminaban a hacerlo. ¡Vergüenza ajena! Y como decía Blasco Penaherrera Padilla, producto inequívoco del “entontecimiento” que sufre Vargas por llegar a Carondelet. (O)