Pueblos hermanos

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

El día de ayer, 27 de febrero, recordamos a los defensores de la patria en la inmortal Batalla de Tarqui. Y sin embargo, esta fecha es, también, una de las más manipuladas y peor comprendidas conmemoraciones de nuestro calendario cívico. Empezando por el común de las divulgaciones históricas (irresponsables, por cierto), que gustan de relatar la gesta como el primer triunfo del Ecuador sobre nuestro vecino del sur. Olvidando que la República de Ecuador, a propósito, fundada en 1830 tras la constituyente de Riobamba, aún no existía cuando la invasión dio origen a la lucha entre la República del Perú (que recientemente había dejado el protectorado de la Gran Colombia), y la misma Gran Colombia. Esa enorme república soñada por Bolívar que, aquel febrero de 1829 en los escarpados páramos de Tarqui, no hizo más que defender al departamento del Azuay.
Después, se debe recordar que los páramos de Tarqui no fueron testigos de una de las gloriosas gestas independentistas contra el domino español, sino de un enfrentamiento en el que se batieron dos pueblos hermanos, comandados además por los dos grandes mariscales de la independencia, como fueron el gigante Mariscal Antonio José de Sucre al mando de las tropas gran colombianas y el benemérito hijo de Cuenca, Mariscal José Domingo La Mar, al frente de las tropas peruanas. Uno defendiendo la unión de la federación, tal cual su juramento. Otro buscando recuperar su ciudad natal que, por deducción histórica, pensaba legítimamente peruana.
Batalla que, además, una vez inclinada la suerte de las armas por las guarniciones Gran Colombianas, dio origen a la capitulación peruana en el histórico Tratado de Girón que luego fue tantas veces ultrajado por las ambiciones políticas y trajo, tras de sí, más de un siglo de enfrentamientos y desazones para ambas repúblicas.
Así, la trascendencia de la Batalla de Tarqui en la historia patria recoge nuestras más altas aspiraciones de soberanía, así como también, guarda las más amargas lecciones de la historia sobre la importancia de la convivencia pacífica y la necesidad de buscar el desarrollo conjunto de dos pueblos que, por historia, son uno solo… (O)