Costos del cambio

Difícil pensar en una sociedad totalmente estática. El orden establecido da lugar a un equilibrio de intereses y ordenamiento de la vida, pero de ninguna manera significa que es inamovible. Nuestra capacidad creativa nos lleva a que la innovación sea parte de la vida colectiva como lo demuestra la historia desde que los humanos aparecimos en este planeta. Aunque las ideas sean diferentes sobre las modalidades del progreso, el cambio necesariamente se da y afecta a intereses de algunas personas que, con relativa comodidad se han organizado en el orden establecido. El cambio se considera que beneficia a la colectividad, pero, en términos relativos, tiene costos para algunos grupos.
Si nos circunscribimos a nuestro entorno, el desarrollo de la vialidad favoreció a la gran mayoría, pero afectó a quienes, por otros medios, habían desarrollado sistemas de transporte y comunicación. Absurdo sería negar los beneficios que la informática y agilidad en la comunicación de ideas ha traído, pero es claro que “perjudicó” a quienes con métodos tradicionales solucionaban los problemas. Una de las peculiaridades del ser humano es la capacidad de adaptarnos a las nuevas condiciones ecológicas y sociales, de allí que protestas y obstáculos de los afectados negativamente por el cambio carece de sentido.
Parece que, luego de un engorroso y lento proceso, en poco tiempo el tranvía servirá a Cuenca. Su finalidad es facilitar el transporte de una importante parte de la población superando la lentitud del servicio tradicional de buses, lo que se conocía desde hace largo tiempo. El tranvía no desplaza al transporte público tradicional, pero lo afecta molestando la rutina de algunos transportistas. Esperamos que, en corto plazo, se tomen y acepten las medidas y que los que se consideran afectados por la tradición se adapten a las nuevas condiciones. Grave sería que, al culminar tan complicado proceso, surja una nueva oposición que postergue el servicio.