Hoy y no sé cuando

Josefina Cordero

Me asomo a la ventana, todo es silencio, los grandes árboles de eucalipto no se mueven, como si la fuerza de un conjuro los arrastrara al suelo, su silencio hecho de sombras, un aliento que se extingue hace codo a su devastación.

Se han cerrado los caminos, se han apagado las luces, una infinidad de corazones han dejado de latir, escala de suspiros de los vivos este tiempo sin tiempo, noche oscura donde ha huido el sueño, esa especie de muerte para los que quedan.

No hay luz, no hay luna en este tiempo sin tiempo de la nada.

“Tú que vienes de las remotas aguas del tercer día,

lejos más lejos de la primera carne.

Tú que viejísimas lenguas has hablado,

cuando era el tiempo de los informes ecos.

Tú que vas y vas al infinito abismo de la nada,

eras amado, amante, heridor y herido,

rama rendida por la voladora saeta,

Tú que vienes de las remotas aguas”. (O)