Reina hermosa

Entorno físico, habitantes y edificaciones estructuran una ciudad y su condición depende de la conjunción armónica de sus componentes. En el himno a nuestra ciudad su autor la calificó de reina hermosa y, más allá de la connotación poética, el calificativo responde en gran medida a su realidad. La naturaleza en que se asentó Cuenca es privilegiada. La cercanía a un río era fundamental en el pasado para la provisión de agua y en nuestro caso hay cuatro; el Tomebamba junto al centro histórico y los tres, antes un tanto alejados, ahora son parte de su área física, manteniendo, por el cuidado de sus autoridades y vecinos, sus encantos naturales con espacios para disfrutarlos mediante vías para caminar.

Sus edificaciones y calles tradicionales responden a la concepción española colonial. A lo largo de los siglos ha habido el buen sentido para mantener en alto grado este paisaje urbano, lo que le ha merecido la categoría de patrimonio cultural de la humanidad otorgado por la UNESCO. Frente al afán precipitado de modernización arquitectónica que destruye el elemento histórico, ha predominado la idea de mantener el pasado mediante la preservación de templos, edificaciones públicas y habitaciones familiares, que ha sido aceptada por sus propietarios que no se han dejado seducir por el inmediatismo del provecho económico.

Las actitudes de las personas son fundamentales para una ciudad. La tradicional preferencia por los valores culturales contribuyó al calificativo de “Atenas del Ecuador” que la dieron los de fuera. La cultura cambia con el tiempo, pero los cuencanos se adaptan e incorporan a las nuevas manifestaciones con eventos de alta categoría. Es normal que los habitantes de una ciudad la amen y prefieran, pero que personas de otros lugares la valoren muestra condiciones peculiares que debemos mantenerlas y mejorarlas. Al conmemorar un aniversario de la fundación, es legítimo que disfrutemos de su pasado, pero meditemos en nuestra responsabilidad mantener y construir su futuro.