Treinta trágicos días de hibernación social y económica en Ecuador

Fotografía de tumbas este miércoles en el cementerio Angela María Canales al sur de la ciudad de Guayaquil. EFE/Marcos Pin

Ecuador cumple un mes de aislamiento social e hibernación económica, un «período de excepción» en el que los contagios han saltado de 58 a 7.858, los fallecimientos de 2 a 388 (más 582 casos probables), y su economía se ve abocada a un asfixiante endeudamiento.

Un período en el que su principal urbe comercial, Guayaquil, se vio convertida en la «Wuhan ecuatoriana» con el 53,2 % de los casos de contagio, originado, en parte, en el incumplimiento del aislamiento por parte de contagiados y que derivó en una crisis con cientos de cadáveres en calles y domicilios privados.

Con la curva de contagios más «estabilizada», en palabras de la ministra de Gobierno, María Paula Romo, Ecuador se ve aún abocado a salir de una triple crisis sanitaria, social y económica, a menos de un año de las próximas elecciones presidenciales.

¿QUE FALLÓ?

Como «una lamentable excepción», describió la crisis de Guayaquil el vicepresidente del país, Otto Sonnenholzner, al aducir que las mismas medidas aplicadas en la provincia de Guayas, de la que es capital, se aplicaron en las otras 23 provincias, que se reparten, entre todas, dos mil contagiados (29,3%) y 196 muertos (50%).

Pero para Guayaquil, que vive en régimen de verano austral, fue nefasto el retorno de cientos, si no miles, de turistas ecuatorianos poco antes de decretarse el estado de excepción y cierre de fronteras el 16 de marzo.

«Ya había protocolos de precauciones especiales y lamentablemente no se respetaron. ¿Había una mejor manera de controlar a los viajeros? Probablemente sí, porque los primeros días, a quienes regresaban de Europa y EE.UU., se les pedía aislamiento en casa, instrucción que muchos desoyeron», explicó Romo a Efe.

El vertiginoso foco de propagación hizo colapsar su frágil sistema de salud y puso en riesgo al personal sanitario por falta de equipos y pruebas para el COVID-19, lo que cinco días después acabó en la renuncia forzada de la ministra de Salud, Catalina Andramuño.

Con entre 417 y 1.600 administrativos, técnicos, enfermeros y médicos contagiados, según distintas fuentes autorizadas, la necesidad de especialistas para afrontar la crisis se hizo acuciante.

Preguntada por Efe, Romo -también presidenta del Comité de Operaciones de Emergencia (COE)- reconoce que el país tenía limitaciones, sobre todo financieras, para afrontar la crisis, pero argumenta que «para esta cantidad de personas contagiadas, todas al mismo tiempo, no hay ningún sistema de salud que haya estado listo».

«Ningún país del mundo se preparó para una pandemia de esta magnitud. Lo estamos viendo en sistemas de salud en Europa que estaban probablemente mucho más preparados para cualquier adversidad. Lo vemos en EE.UU., en todos los rincones del mundo», sentencia.

LA PEOR CARA DE GUAYAQUIL

Ecuador fue de los primeros países de la región en decretar el estado de excepción, con toques de queda progresivamente extendidos hasta quince horas diarias y severas restricciones a la movilidad.

Un toque de queda que, junto al temor de los operarios de funerarias al contagio, acabó provocando una de las peores crisis que haya vivido Guayaquil en su historia: la de cientos de cadáveres abandonados en calles y domicilios.

«¿Qué te puedo decir? No hay palabras. Es dolor tras dolor, es ver gente llorar, duelo tras duelo, entierro tras entierro. ¡No tengo palabras!», describió la situación para Efe Jorge Wated, jefe de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) del Gobierno en la provincia de Guayas, que en su conjunto acumula el 70,6 % de los contagios a escala nacional.

Con las redes sociales ardiendo, y la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, clamando por ayuda internacional, la FTC llegó a recolectar en diez días más de 1.400 cadáveres, de los que 700 ya han sido enterrados en camposantos públicos.

Un proceso desgarrador en el que muchos guayaquileños aún denuncian no encontrar a sus seres queridos, bien porque sus datos no están en la página habilitada por el Gobierno o porque en las morgues aún queda gente por identificar.

«En la cadena de frío la identificación se puede borrar, eso es común y es parte de lo que nos tocó mejorar», sostiene Wated, quien asegura que «todos ellos se identifican con criminalística antes de ser enterrados».

Pero para los familiares, cada día es una acumulación de dolor a la pérdida del ser querido, agravada por la denuncia de sobornos en hospitales para la devolución de cadáveres.

Algunos confirmaron a Efe que les pidieron 100 dólares por información de los cadáveres apilados en los contenedores refrigerados que hacen las veces de morgues en el hospital del Guasmo, en el sur de Guayaquil.

«No tengo todo ese dinero, hay algunas personas que sí están pagando a gente de ahí adentro, aquí todo funciona con palanca», se quejó Mariana Cisneros, mientras buscaba el cadáver de su tía.

Tras ser denunciado por el Gobierno, el caso sigue aún bajo investigación.

LA TRIPLE CRISIS

La crisis sanitaria ha ahondado más la crítica situación financiera de Ecuador, originada en Gobiernos anteriores y de la que sólo podrá salir mediante un endeudamiento que había comenzado en 2019 con préstamos por 10.200 millones de dólares.

El FMI prevé que Ecuador pierda este año un 6,3 % de su PIB, porcentaje que el Gobierno dice que podría llegar hasta el 7 %, y quizás más, dependiendo de la duración de la crisis.

Y es que con el mercado paralizado en un 70-80 %, y el precio del petróleo por los suelos, la crisis ha dejado sin trabajo al 60 % por ciento de la fuerza laboral ecuatoriana calificada de «informal», amenazando a millones de personas. El Gobierno ha dispuesto un bono mensual de 60 dólares, entre abril y mayo, para 400.000 familias.

Con el reservado optimismo que reflejan las estadísticas de contagio después de 28 días de aislamiento, el Gobierno pretende reactivar la economía progresivamente mediante un «semáforo» de riesgo, que por ahora sigue en rojo para todo el país. EFE

elb