Enemigo común

En el caso de la pandemia que nos afecta, se trata de un fenómeno mundial del que no podemos inculpar a nadie. La solución global debe darse a nivel internacional, pero cada país debe tomar medidas de acuerdo con sus condiciones sociales y económicas. Se trata de un enemigo común y desaparece la comodidad de atribuir a tal o cual agrupación política o personaje los efectos negativos. Lo deseable es que todos nos unamos y aceptemos medidas que nos incomodan y sean discutibles en condiciones normales. La tarea compete a la autoridad gubernamental que en una democracia tiene opositores, pero dada la situación, debe pasar a segundo plano.

En nuestro caso la condición económica es muy grave debido al despilfarro del anterior gobernante que por unos años vivió una bonanza económica sin precedentes. Lamentarse del pasado no soluciona problemas actuales. Ante una propuesta de medidas, se ha manifestado desacuerdo de agrupaciones políticas, cada una de las cuales pretende tener las soluciones ideales. Impuestos y contribuciones transitorias no son medidas de aceptación popular, pero hay situaciones en las que hay que tomarlas. Recordemos que cuando hace poco se dio el terremoto en Manabí, se elevó temporalmente en un 2% el IVA que fue aceptado con solidaridad, pese a que el problema afectaba directamente a una región.

No aplaudimos ni condenamos las medidas propuestas por el gobierno, pero hay que tomar en cuenta que ellas u otras similares deben aceptarse cuanto antes ya que, debido a la agresividad del enemigo común, no se las pueden postergar a largo plazo. Hay que considerar que la rémora puede dar lugar a la desaparición de empresas, lo que agudizaría uno de los más serios problemas de nuestra economía: el alarmante déficit de puestos de trabajo. Ante un enemigo común, debe haber un frente común. Esperamos que estos desacuerdos sean transitorios y que, si realmente queremos que salga adelante nuestro país, debemos aceptar lo incómodo.