Día del trabajo

EDITORIAL|

Desde la instauración del primero de mayo como el Día del Trabajo, todos los años en buena parte del mundo se recuerda la importancia que tiene en la historia de la humanidad el trabajo creador y se rinde homenaje a los seres humanos que con su actividad contribuyen para hacer de éste, un mundo mejor. En la actual coyuntura de la pandemia que afecta al planeta hay nuevos elementos de juicio y nuevas realidades que deben servir para mirar desde renovadas perspectivas el tema del trabajo. Y dentro de esas perspectivas está la de buscar caminos para nuevas relaciones laborales, tanto en el sector público como en el privado.

Históricamente las relaciones entre empleadores y trabajadores han sido generalmente tensa y llena de confrontaciones. También hay ejemplos y numerosos casos en donde esas relaciones han sido de armonía. Lo justo y lo deseable sería que los dos sectores caminen en la misma dirección buscando el bien social y la satisfacción de las necesidades que tienen. Pero la historia muestra que no siempre ha sido así. Desde los lejanos días de la primera revolución industrial a finales del siglo XVIII, las relaciones no han sido buenas, pero pese a ello se ha avanzado bastante en lograr armonía a base de respeto mutuo y reconocimiento de que existen metas compartidas.

En las nuevas realidades que están surgiendo de la pandemia tendrán necesariamente que darse nuevas modalidades en la relación de trabajo. En nuestro país, seis de cada diez personas no tienen trabajo estable. Esa es una realidad lacerante que en parte obedece a leyes obsoletas que protegen a pocos y perjudican a muchos. Hay un clamor generalizado de que, respetando los derechos adquiridos, se creen nuevas formas de relación laboral que permitan la creación de nuevas fuentes de trabajo. La crisis que viene como secuela del Covid-19 obliga a buscar esas nuevas relaciones laborales que beneficien a todo el país.