Vida urbana

EDITORIAL|
Los seres humanos hicieron presencia en la tierra dependiendo íntegramente de la naturaleza, de sus posibilidades y limitaciones, al igual que los demás integrantes del reino animal. Su creatividad y razonamiento la usó para buscar facilidades de provecho del entorno físico. El proceso de urbanización se inició mucho tiempo después y se intensificó notablemente luego de la revolución industrial. En nuestros días la mayor parte de seres humanos viven en ciudades, lo que implica un notable distanciamiento de la naturaleza con sus ventajas e inconvenientes ya que, gran parte del tiempo, la vida se desarrolla en el interior de las viviendas en un entorno en el que las calles y otras casas ocupan todo.
Los cambios profundos en las formas de producción y el incremento de servicios han determinado la concentración de trabajos y de vivienda en las ciudades con sus inconvenientes y ventajas. Cuando se dan crisis como las que vivimos y requiere el aislamiento, las limitaciones se intensifican al concentrar la vida de un grupo mayor en espacio reducido creando condiciones para el incremento de situaciones conflictivas ya que, en condiciones normales, el trabajo y el estudio se realizan en lugares distintos por varias horas sin la posibilidad de salir a parques y espacios de recreación, dando lugar a usos del tiempo en esta situación.
La reflexión y la creatividad son posibilidades para superar estas limitaciones. En condiciones normales nuestras energías mentales y físicas se proyectan a los demás ya que implican el cumplimiento de compromisos adquiridos previamente, reduciendo las posibilidades de penetrar en nuestro interior. En el caso que vivimos, se incrementan notablemente los tiempos para este propósito tan importante en la organización de la personalidad. Hay también una incentivación a la creatividad para buscar caminos relacionados en estas situaciones no buscadas ni queridas. Vale la pena esforzarse para sacar el mayor provecho posible de este reto.