Corrupción en pandemia

Eliécer Cárdenas E.

 OPINIÓN|                               

Se ve que no descansan…

¿Quiénes, los virus de la pandemia?

No, señor. Me refiero a los corruptos, que ni siquiera con motivo de la emergencia han descansado en sus maquinaciones. Por ejemplo, se pretendió comprar de parte de algunos hospitales públicos, unas fundas, dizque para guardar cadáveres a precios diez veces o más superiores a los que se fijan para el efecto.

Pero, veamos, deben ser fundas especiales, de algún material costoso, con cierres, forros antiderrames de fluidos corporales de los difuntos y otros adelantos de las ciencias mortuorias.

Nada de eso, eran unas fundas según mostraron en la televisión, casi tan delgadas como las que los hogares utilizan para depositar la basura orgánica. Es decir, fue una estafa la que se pretendió realizar, cuando el Ecuador entero sufre las consecuencias del Coronavirus.

Sin embargo, como bien dice el refrán “A río revuelto, ganancia de pescadores” y estos “pescadores” no se han quedado dormidos, sino que han pensado muy bien en la manera de ganarse unas platas a costa de la necesidad trágica de guardar los cuerpos de los fallecidos por la pandemia.

Para eso sí son muy creativos. También fue un caso de Ripley, la exigencia de que los familiares de los fallecidos en algún hospital pagaran para entregarles el cadáver.

Y también el caso, de las cenizas entregadas a un atribulado familiar, previo pago se sobreentiende, de los gastos de cremación, transporte del cofre, etc., y después resultó que esas cenizas son sospechosas de fraude, ya que la persona muerta figura en otros registros de sepulturas.

Pero a la corrupción se une también la incompetencia o el quemeimportismo de algunas personas, que registran a los fallecidos, ya que una señora apareció viva, cuando la habían registrado como fallecida, e igual caso le sucedió a otro señor, que apareció vivo y sorprendido por su presunta muerte.

Ni en el Realismo Mágico de Gabriel García Márquez, se dan estos hechos de “mágica corrupción” y de “mágicas defunciones”. (O)