Quito se prepara para pasar de la reapertura informal a la formal

Un trabajador acomoda sombreros de paja toquilla y prepara su comercio para el cambio en el nivel de restricciones en el aeropuerto de la capital ecuatoriana. EFE

A pesar de que existe una desescalada de facto desde hace varias semanas, la capital ecuatoriana, Quito, se preparara para iniciar formalmente el miércoles una nueva etapa de repertura tras dos meses y medio de aislamiento, período en el que se han contagiado más de 3.700 personas, y fallecido cerca de 300 por el COVID-19.

El alcalde de la ciudad, Jorge Yunda, confirmó la semana pasada que este miércoles Quito pasa del color rojo al amarillo, en el semáforo epidemiológico dispuesto por las autoridades, y que ahora la responsabilidad recaía principalmente en la ciudadanía.

Pero lo cierto es que la principal urbe del país, que abarca un distrito metropolitano donde habitan más de tres millones de habitantes, experimenta desde hace semanas una inusual actividad aún en pleno estado de excepción y pese a las directrices municipales.

Así, sus principales calles presentan en los últimos días un relativo tráfico, es común ver a vecinos caminando por las aceras incluso con niños, se han producido manifestaciones de estudiantes, sindicatos y vendedores informales y la sensación era que los quiteños estaban esperando la luz verde oficial para poder reanudar sus actividades con todos los avales.

‘Me parece que ya es hora de empezar a mover un poco la economía, obviamente con todas las medidas de seguridad, pero esperamos que de la mano de todas las autoridades esto se logre hacer de una manera ordenada’, manifestó a Efe Carolina Yépez.

En un barrio del norte de la capital insistió esta ciudadana quiteña que ‘es necesario ya empezar a movernos y salir’, aunque se mostró consciente de que en determinados sectores la población ha demostrado irresponsabilidad durante la cuarentena, si bien recalcó, que suelen ser las zonas donde más necesitan trabajar para comer.

Otro quiteño, Raúl Puente, valoró que el levantamiento de restricciones supone «una forma imprudente, porque dada la idiosincrasia de nuestro pueblo, que es indisciplinado, va a haber multitudes en un nuevo contagio de la epidemia».

Puente opina que los esfuerzos deben encaminarse a «seguir educando a la población para que conserve el distanciamiento» y aunque reconoció que «el aspecto económico es también importante, para mí, la vida es lo más importante». (EFE) (I)