Ese saludo…

Simón Valdivieso Vintimilla

OPINIÓN|

Ese saludo vale más que esas manos de quien diste de comer y te mordió la mano, comenta la abuela de la casa, cuando al oído le comentan que fulano de tal está hablando mal de ella.

Y claro ella responde además que no es raro que eso suceda.  Y recuerda como que fuera hoy, cuando su amigo le dijo que de ella hablaba bien fulano de tal, a lo que le había respondido: claro, es que por ahora no le he hecho ningún favor. Cuentas claras y  chocolate espeso, concluye.

Y es que eso calza igualmente cuando se hace el zoquete frente a la petición que le hace al viejo amigo o hermano de cofradía o misa.  Es ahí cuando la memoria hace su agosto, se olvida con facilidad y  aparece el  pelafustán de la historia, del quehacer diario, quien da el zarpazo de la ingratitud.

Entonces ese saludo, el saludo del de a pie, es el que pesa más en la balanza de las acciones humanas. Y claro, bien decía Terencio que de lo humano nada nos debe ser extraño, pero la ingratitud debe estar en el Código Penal decía mi gran amigo Teodoro hace fu de años, porque la naturaleza humana es así, ha sido y será históricamente, sin que el  pacto social haya podido alcanzar a cimentar en el ser humano la gratitud y el halago como expresiones que permitan vivir mejor en sociedad.

La epidemia de moda en el mundo nos ha puesto a buen resguardo de esos sinsabores humanos porque ya no vamos a estrechar la mano, ni tampoco recibir ese falso abrazo y el beso del judas que está siempre presente en las relaciones humano-sociales. El distanciamiento social nos va a permitir no ser engañados con esos falsos saludos o apretones de manos.

Y como dice la abuela de la casa, los afectos a la intimidad y la cordialidad a la cotidianidad. Ergo, el saludo del de a pie, de mi amigo lustrabotas, de la vendedora de periódicos, de aquel que nada recibió de mi sino solo un buenos días o buenas tardes es el que más pesa. El otro ya es historia. (O)