Comerico informal y mendicidad en Cuenca, secuelas de la Covid-19

La Covid-19 provocó una explosión de informalidad en zonas como Narancay, al sur de la ciudad. PSR

La informalidad laboral, la mendicidad y el alcoholismo son problemas que se han agravado con la emergencia sanitaria por la Covid-19. Esta es una realidad que se evidencia en las calles de Cuenca.

Aunque no hay cifras oficiales sobre el impacto de esta pandemia respecto a estas problemáticas, sí hay estimaciones como las del Grupo de Investigación en Economía Regional (GIER), de la Universidad de Cuenca.

Por ejemplo, la mayor afección al empleo se produce en los sectores de industrias manufactureras (35.14%); construcción (20.96%); transporte, almacenamiento, información y comunicación (9.55%); y agricultura, ganadería y pesca (8.13%).

La Cámara de Industrias, Producción y Empleo de Cuenca (CIPEM) tiene cálculos que dan cuenta de que solo en 60 días de confinamiento en Cuenca 11.000 personas perdieron su empleo.

Esto, sumado a una reorganización de comerciantes en los principales mercados de la ciudad por la Covid-19, ha provocado una explosión de ventas informales y ambulantes. Un ejemplo de esto es lo que ocurre en el Control Sur y Narancay.

Allí, por donde pasa la Panamericana Sur, decenas de vendedores se han instalado en los costado de esta arteria vial, incluso algunos ocupan parte de las veredas.

Carnes, pescado, zapatos, prendas de vestir, frutas, refrescos, hortalizas, entre otros productos, se ofertan al aire libre en este sitio, que está cerca de la Plataforma de Narancay, al sur de la ciudad



Para Juan Arévalo, dirigente barrial de este sector, la solución no es desalojarlos sino reubicarlos en los mercados de la ciudad. “Ellos como todos nosotros necesitamos trabajar para dar de comer a nuestras familias…”, dice.

Y agrega: “muchos han perdido su trabajo, no tienen empleo, y de esta forma tratan de ganar unos centavos… Claro que esto también representa un riesgo para la salud pública, y allí se debe ver la mano de la autoridad…”.

Otro de los sitios donde se palpa un incremento de la informalidad, pero allí acompañado del alcoholismo, es en los alrededores de la Plataforma de Miraflores. Esta en cambio está al norte de la ciudad.

Allí Julio Villacís, teniente de la Policía Nacional y jefe del circuito El Vecino, ha diseñado un plan para ordenar este sector, que incluye el patrullaje en bicicletas, con la unidad policial conocida como Policiclos.

Hemos hecho un acercamiento con el barrio y con los comerciantes para ordenar las cosas, quizá no es competencia directa de la Policía Nacional, pero tenemos que hacerlo, pues eso ayuda a prevenir la inseguridad…”, precisa.

Villacís indica que algunos comerciantes utilizan a personas que son alcohólicos crónicos como guardianes, lo que genera inconvenientes con los moradores de este lugar.

Muchas veces la percepción de inseguridad es mucho más que la misma inseguridad, y por eso son necesarias las acciones preventivas para evitar a tiempo que esto ocurra…”, menciona el oficial policial.

Por otra parte, Rosana Mora, quien es parte de la iniciativa Estamos Contigo, que da asistencia a personas que consumen alcohol y drogas, cuenta que los casos de personas alcoholizadas en las calles casi se ha duplicado.

Antes en los recorridos encontrábamos 15 o 20 personas por día en una hora, ahora hay días en que hemos visto hasta 50, y eso es algo que debe llamar la atención de las autoridades…”, refiere.


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Y añade: “es doloso ver que personas que hasta hace poco eran productivas, trabajaban, ahora han encontrado en el alcohol un refugio… Hay cosas que están ocurriendo por esta pandemia y que no salen en las noticias…”, reflexiona.

Este virus también ha generado un aumento en la mendicidad, pues en avenidas como De Las Américas, Remigio Crespo, Fray Vicente Solano, Doce de Abril, Unidad Nacional, entre otras, hay familias completas que piden caridad.

Nos estábamos acostumbrando a ver a personas de Venezuela que piden caridad con cartelitos, pero ahora ya vemos familias ecuatorianas que también lo hacen…”, asegura Marco Roldán, miembro de la iniciativa Mano Amiga.

Se trata de un grupo de voluntarios que recolectan alimentos y los distribuyen en las calles a quienes viven en la mendicidad. Hasta hace unos dos meses atendían a unas 150 personas, pero hoy tienen requerimientos para cerca de 300.